tag:blogger.com,1999:blog-291382402024-03-14T04:58:45.551+01:00Zurdistán LivrePensamientos de un Aventurero Cósmico.Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.comBlogger126125tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-86505845771635772422009-11-11T11:11:00.004+01:002009-11-12T04:28:51.478+01:00Engelhavn<div style="text-align: justify;">Sin saber cómo, llegué a volar alto y pude acariciar las nubes. Creí que incluso podría quedarme con una, llevármela para casa o regalársela a alguien especial. Pintaba paisajes con los colores que más me gustaban, dándoles así mi toque personal. Con gran satisfacción observaba, en mil noches tranquilas, una humanidad durmiente y silenciosa arrullada por la suave brisa. Perdido, a gusto y voluntad, por los entresijos de caminos de montaña me topaba unas veces con cumbres y otras veces con valles: ambos eran interesantes y divertidos. Siempre buscando nuevos lugares y experiencias; de vez en cuando llevando alguno de los parajes encontrados al archivo de los predilectos.<br /><br />Sin embargo, mi sustentación se mantenía frágil, en un delicado equilibrio. Volaba algo inseguro cuando me tuve que enfrentar a la tormenta, así que terminé perdiendo el control e inevitablemente me caí. No fui capaz de remontar el vuelo.<br /><br />Caminé, entonces, de nuevo por lugares nuevos. Nada era lo mismo: lo que antes me llenaba de júbilo se me antojaba ya anodino y desencantado. Creyendo seguro el caminar, me olvidé de altos vuelos por una temporada; pero estaba equivocado, pues la senda pedestre tiene en su discurso infinitos obstáculos diminutos que son invisibles a vista de pájaro. Tropecé, tropecé y volví a tropezar.<br /><br />Me alejé entonces de toda aventura y me encerré en mi desolación, desolación que engalané con colores chillones e himnos hipócritas, pretendiendo así camuflar su tétrica estampa. Desde mi balcón de piedra saludaba a todo aquel que por delante de mi vida pasaba, con una simulada sonrisa, con un ensayado gesto de aprobación. Me encarcelé, declarándome el peor enemigo de mí mismo. Y comencé a notar un extraño vacío en mi interior.<br /><br />Un día me pregunté qué sería esa sensación de incompletitud que revoloteaba inquieta en mis entrañas. Me llevé esa duda a la cama, mentalmente agotado por no haberle encontrado respuesta. Recuerdo que a la mañana siguiente me desperté de repente, sorprendido por una revelación venida en sueños. Fue como un ángel que apareció, me dio un beso en la frente y me dijo algo. Sus palabras exactas no las recuerdo; sé que fue un mensaje breve y dirigido al alma. Me incorporé, ya perfectamente despierto y muy calmado. Sonreí. Eran las 11:11.<br /><br />Decidí salir, de mi presidio. Comprendí el mensaje y me dispuse a llevar a la práctica lo aprendido. Volveré a volar, o a caminar; lo que desee, lo que proceda según la ocasión. Ahora sé como hacerlo: ahora sé como capear el temporal, cómo abrazar la tormenta, cómo vencer toda dificultad. Sé que el vuelo en compañía es más placentero, que el camino acompañado se hace fácil. Convencido estoy de que abriendo mi corazón al prójimo soy más fuerte que el que se escuda en la desconfianza. No me van a faltar aliados.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-81932268456708559592009-07-26T19:10:00.005+02:002009-07-26T20:09:35.688+02:00Participar en el cambio.<blockquote><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">You</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">cannot</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">change</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">your</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">mind</span>,<br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">you</span>'ve <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">got</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">to</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">change</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">the</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">world</span>.<br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">You</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">cannot</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">fail</span>; <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">the</span> time <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">to</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">act</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">is</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">now</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">or</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">never</span>.<br />(<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Stream</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">of</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Passion</span> - <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Now</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">or</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">never</span>)</blockquote><div style="text-align: justify;">El dragón abrió los ojos, despertándose de su descanso. Floreció la orquídea en mi jardín muerto, tras varios años de silencio azul. Arde ahora el fuego de pasión, de nuevo, en mi corazón sombrío y fatigado; la dura piedra ahora se vuelve suave al tacto, cálida y permeable. Es el momento.<br /><br />Yo no puedo ver el futuro ni puedo decir qué va a suceder. Pero sé que el mundo está cambiando y que ahora es el momento de poder formar parte de ese cambio. No quiero conformarme con ser un mero espectador de las mil maravillas que el porvenir nos guarda. Quiero ser yo el jinete de ese potro, aún salvaje y desbocado, que raudo avanza hacia la luz de un nuevo amanecer.<br /><br />Más ya no se puede esperar. Ahora que mi corazón late esperanzado lucharé por aquello en lo que creo, por esas cosas que constituyen mi razón de ser: lucharé por mi mismo. He aprendido a apreciar cada momento mágico de mi existencia, cada gota de lluvia, cada rayo de sol. Este es el momento de unirse al cambio; quien quiera también ser partícipe, tenga la bondad de acompañarme en mi aventura.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-48355595580394892442009-06-23T02:27:00.005+02:002009-06-23T04:22:43.911+02:00Paraíso<div style="text-align: justify;"><blockquote><span style="font-style: italic;">Sea esta Magia la que nos haga ascender al seno de la Diosa, donde sólo el amor puro y sincero tiene cabida. Sin trabas, sin obstáculos, sin engaños ni decepciones: sin miedos.</span><br /></blockquote>Cruzamos mares, valles y montañas para llegar hasta allí: un lugar escondido al que sólo se puede llegar cuando de corazón se desea estar allí. Ese lugar, secreto y mágico, es nuestro trocito de paraíso; aquí, en la Tierra, en nuestras vidas. Siguiendo las señales que nuestro agudizado instinto es capaz de reconocer, llegamos.<br /><br />Ese paraje bendito es en verdad obsequio para aquellos que se aceptan tal como son y se aman. Atrás se quedan la fachada, el prejuicio y la vergüenza. Allí afloran las emociones de quienes van, bañándose en luz y mar.<br /><br />Este edén existe para honrar a la vida. De finísima y blanca arena son sus orillas, de piedra y árboles sus colinas. Y su apogeo acontece al atardecer, cuando sus montañas ocultan al sol para dar la bienvenida a una suave y placentera noche estival.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-80534698013564340242009-03-13T01:52:00.006+01:002009-03-13T03:10:19.948+01:00La amante del Joker<div style="text-align: justify;">Tú y yo, unidos en un viaje de caótica decadencia. Así juramos amarnos, hasta el fin, hasta la destrucción total. En aquella noche de densa penumbra, mientras devoraba el veneno de tus labios, te hacía esclava de mi maldición. Quisiste eso; abriste la puerta que te llevaría hasta mi mundo tenebroso y atravesaste el umbral, sin dudarlo.<br /><br />Caos. La gente entra en pánico con tan solo oír esa palabra. Estúpidos. El caos es inevitable, ineludible; finalmente arrasará vuestras vidas, vuestros hogares, vuestros hábitos y costumbres, vuestras creencias... El caos prevalecerá y yo ya lo he asumido. Muchos tormentos os ahorraríais si adoptaseis actitud tan sensata como la mía. Pero me llamáis loco y me dais la espalda cuando os hablo. Allá vosotros, pues, queriendo negar lo inminente. ¿Acaso no está escrito y no ha sido predicado por miles de profetas? ¿No se han promulgado acaso leyes físicas honorando al desorden? ¿No es cierto que moriréis, convirtiéndoos en un polvo blancuzco, gris; dejando atrás todo cuanto construisteis con el sudor de vuestra frente, consumiéndose poco a poco con el paso del tiempo? Intentáis mantener el orden y la estructura de las cosas que decís amar, pero el implacable paso del tiempo acabará por corroer hasta vuestras almas.<br /><br />Sabías a lo que te exponías, pero te armaste de valor y quisiste venir a mí, abrazarme, entregarte. Admiro tu coraje; poca gente goza de una determinación así y menos son aún los que con tan ardiente pasión se enfrentan a lo desconocido. A pesar de intuir nuestro trágico final decidiste amar, amar apasionadamente y sin control. Única en tu especie. Admiro eso. Por mi parte, te correspondí como mejor pude; eso y más merecías por tu decidida entrega.<br /><br />Nada me gustaba más que sentir tu corazón latir con fuerza, enfrentado a la incertidumbre, cada vez que te llevaba a un nuevo lugar, escenario de una nueva aventura llena de sobresaltos y placeres. Allá íbamos los dos, en pleno trance hipnótico. Rompiendo las reglas, sintiendo el peligro. Devotos de la lujuria. Verdaderamente vivos. Insurrectos en una sociedad adormecida de amilanados espíritus, obedientes y sumisos. Herejes de un culto a la costumbre y a la tradición. Vagábamos por las calles de una ciudad eternamente nocturna, con todos sus impecables ciudadanos dormidos.<br /><br />Pero hoy debemos ponerle fin a nuestras andanzas, amada mía. Hoy es el día de nuestro trágico final, día en que nuestro romance perdurará inmortal en las memorias de las personas. Antes de que nuestros corazones se vuelvan de piedra, deslicemos a través de éstos los afilados cuchillos de nuestras mentiras y engaños. Bañémonos en nuestra propia sangre, derramada aquí y ahora.<br /><br />Puedes huir también, si quieres. Yo no te lo impido. La decisión es tuya; pero las consecuencias no. Tu alma ya ha elegido quedarse: su lugar está aquí. ¿Qué va a pasar? No lo sé: es el caos. El caos lo dominará todo, ejerciendo como un déspota su criterio sin criterio. La suerte está echada.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-55541276364837519312009-02-08T02:13:00.003+01:002009-02-08T02:42:03.391+01:00Caer y levantarse de nuevo<span style="font-style: italic;"></span><blockquote><span style="font-style: italic;">Llegué a acariciar el cielo. El recuerdo de tan dulce experiencia aún vibra en mi memoria.</span></blockquote><div style="text-align: justify;">De los errores se aprende. Eso dice mucha gente, y razón no les falta. A veces el camino de la vida muestra algún repentino obstáculo que no sabemos esquivar e, inevitablemente, hace que nos caigamos al suelo. Duele. Nos levantamos, dolidos, pero seguimos avanzando.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br />Ocurre además que, a fin de evitar posteriores caídas con similares trabas, aprendemos de lo sucedido para obrar mejor en el futuro. Y no solo eso: también nos sirven nuestros tropiezos para reafirmarnos en nuestras convicciones, combatiendo la indecisión que tantas veces nos hace vagar sin rumbo fijo y a riesgo de caer más y más veces. Caer: sea en la tentación o en el áspero suelo. Por ello es útil la determinación: el saber actuar en todas las circunstancias.<br /><br />He aprendido que nunca debemos rendirnos. La rendición es solo para los cobardes. Lo que nos conducirá a la gloria será la perseverancia en la lucha honorable por aquello que de verdad nos constituye como verdaderas personas. Es la defensa de nuestros ideales más puros: en verdad son susurros del corazón. La rendición nos lleva a la renuncia de lo que más queremos y nos deja a merced de lo que nuestros rivales dispongan. Por nuestra libertad —que nos es legítima— no debemos rendirnos.<br /><br />Rendirse... ¡Vaya un mensaje de mediocridad que legaríamos a nuestros descendientes y seguidores! Aprenderían estos a ser unos malditos lameculos, incapaces de cuestionar el por qué de su lluvia de calamidades. ¡Sea sangre fuerte la que corra por sus venas, y sea esa sangre la nuestra!<br /><br />Tal vez hoy tropecemos. Tal vez hoy convenga batirse en retirada, pudiendo ser éste un acertado y sabio movimiento estratégico en pos de un posterior contraataque. Pero nunca nos rendiremos. Nos caemos y nos levantamos; nuestro avance no se detiene. Lucharemos hasta el final, para solventar el conflicto, para alcanzar de nuevo la luz.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-15122682611663016522009-02-05T02:47:00.003+01:002009-02-05T03:27:23.471+01:00Luna<div style="text-align: justify;">Luna, no estés triste. Escondida estás entre nube y nube, y no quieres salir por temor o por vergüenza. Mi querida Luna, no llores más. Tus hijas duermen plácidas esta noche; por eso no se escucha su dulce música que hipnotiza a los poetas. No llores por su silencio, querida Luna, pues ellas descansan hoy en esta noche sin estrellas.<br /><br />Tu tristeza tiñe de azul los paisajes nocturnos, regalándoles una mórbida belleza que hiela de angustia a los corazones enamorados. Éstos se encogen, exhaustos, hartos de latir bajo un cielo de esperanzas vanas. Belleza, seductora y adictiva, que capta las miradas, condena las almas y aterra a los espíritus. Todo quedará cubierto, finalmente, por una mortaja blanca de escarcha al amanecer.<br /><br />Por eso te pido, Luna hermosa, que sonrías ahora. No dejes que la noche —tu noche— muera melancólica. Embrújanos a todos, como siempre haces, con tu mirada de piedra, e indúcenos en un trance nuevo. Regálanos un sueño especial, diferente, en esta noche anodina y fría. En ese sueño volaremos por verdes praderas bajo un cielo con un millón de estrellas; volaremos hasta encontrar tierras desconocidas, misteriosas y remotas. Concédenos ese deseo, Luna. Sonríe, pues, y acúname mimosa para que mis ojos se cierren y venga a mí ese sueño mágico. Hazlo así y cuando me despierte te traeré, como regalo y como agradecimiento, la más pura gema de la Tierra.<br /><br />No estés triste, Luna. Eligen descansar hoy tus hijas, agobiadas por la indolencia de las gentes. Démosles un respiro; otorguémosles su merecido descanso. Queda tranquila, Luna, pues mañana volverá a ser la noche mágica como siempre quisimos que fuera. Y ahí estarás tú, en lo alto del firmamento, para presenciar la gracia de tu mística influencia.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-74511346564863447122009-01-18T04:02:00.003+01:002009-01-18T04:32:30.857+01:00La muerte de la Estrella Roja (V)<div style="text-align: justify;">Hoy, caminando, llegué a una zona que tenía casi olvidada en mi mente, en mi corazón. Cien mil recuerdos asaltaron de golpe mi cabeza, cargados de pasión y de ternura. ¡Oh, maldita melancolía!<br /><br />Hacía muchos años que no pasaba por aquella zona, ahora decadente y angustiosa. Me acordé de su pasado en gloria, con añoranza, decepcionado por saber que jamás aquel sitio volvería a ser como antes.<br /><br />Paseaba por las calles que años atrás rebosaban vida, con bulliciosa actividad comercial de día y alegre fiesta nocturna. Nada quedaba ahora salvo un sinfín de bajos cerrados, polvorientos y con carteles de venta o alquiler. Así llevaban ya un tiempo. Llegué también hasta los arenales a los que yo solía ir para ver el mar y pasear por la arena. Llovía; no quise caminar más por allí. Encontré una cafetería abierta y entré, con la ropa mojada y algo de frío. Clientes había pocos, y los pocos que allí permanecían parecían ya parte del mobiliario del local. El sitio, viejo y gastado, me pareció aún así confortable y acogedor; perdido en medio de ninguna parte.<br /><br />Allí dentro pensé en todos esos sitios que había recorrido y que recordaba como algo maravilloso: ahora ya no. Ese pensamiento me entristeció. A punto estuve de derrumbarme, de derramar más de una lágrima amarga sobre aquel café, también amargo, que inconscientemente removía con la cucharilla.<br /><br />Se me ocurrió entonces que aquello podría cambiar, que esa zona maldita de la ciudad podía recobrar la vida, el esplendor que tuvo antaño. Seguramente su resurgir no tendría nada que ver con lo que era: nueva gente, nuevos negocios adaptados a los tiempos que corren, nuevas sensaciones. Pero eso me gusta. Me gustaría ver florecer de nuevo esa zona que trae tantos recuerdos agradables. Me imaginé, entonces, calles luminosas y llenas de color, transitadas por sonrisas sinceras y niños jugando. Casi percibí el dulce aroma de apetitosos manjares vendidos a pie de calle. Volé, me transporté mentalmente a aquel lugar del futuro, queriendo ya estar allí.<br /><br />Abrí entonces los ojos y respiré hondo. Sonreí. Me terminé mi café. Tenía que ponerme en contacto con alguien.</div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-53135267953428342162009-01-03T05:01:00.007+01:002009-01-04T20:12:43.436+01:00Sherezade<div style="text-align: justify;">Cuéntame hoy, Sherezade mía, una historia nueva. Una historia que apacigüe mis anhelos, que calme mis ansias de volar, que aplaque mi voraz apetito de aventuras. Necesito que tu suave voz pronuncie con dulzura palabras mágicas que me transporten a lugares ignotos. Bendíceme con el bálsamo de tu imaginación prodigiosa, capaz éste de elevarme al cielo.<br /><br />Aún resuenan en mi cabeza tus primeras historias, las que compartimos aún apenas acabándonos de conocer. Oh, sí, eran historias sobre tierras lejanas. Me hablabas de un mundo extraño y desconocido, poblado por singulares personas aladas y de negras vestiduras. Describías con refinado detalle los gélidos paisajes de aquella tierra de enigmas. Desde entonces, en más de una ocasión quise estar allí; lo deseé de veras, queriendo escapar de mil tormentos que amenazaban con enterrarme vivo en el suelo inerte de lo cotidiano. Quería escaparme contigo, Sherezade, empapado de amor, inflamado de pasión.<br /><br />Cuéntame hoy una historia mágica como aquellas. Haz que mi corazón vuelva a latir con tanta fuerza que, por momentos, crea que se me sale del pecho.<br /><br />Otras historias me contaste durante nuestras interminables noches a la luz de miles de velas. Derretíase la cera de éstas como también lo hacía mi piel cuando, en alguna ocasión, para darle más viveza a tus palabras, acercabas tu mano a mi cuerpo y me regalabas alguna caricia. Yo me imaginaba las curvas de tu cuerpo como dunas de algún desierto; así me lo contabas tú. De eso hablaban esas historias que tú me relatabas en aquellas noches intensísimas: una princesa del desierto, caballeros, bandidos, lujo, ostentación; también humildad y amor. Alguna que otra vez nos sorprendió el amanecer estando despiertos, cuando tú anunciabas el siempre inconcluso final de tus narraciones.<br /><br />Tus historias eran terriblemente adictivas porque cada final desataba nuevas incógnitas. Despuntaban con cada desenlace siempre más de una continuación posible. Enmarañabas todas las historias como tú bien sabías hacer, introduciendo nuevos personajes en mi mente para que luego no dejase de pensar en ellos. Llegué a creer que algunos eran reales; en realidad sigo sin estar seguro de si son realidad o fantasía.<br /><br />Las noches frías y obscuras eran a menudo escenarios idóneos sobre los que ubicar personajes y elementos de la trama. Alguna vez tuve la impresión de que éramos nosotros mismos aquellos personajes, amándose locamente en medio de la quietud de la noche. Mi corazón guardabas en un puño cuando a éste le servías toda la intriga de tus mágicos cuentos. Pero justo cuando este sufrido órgano mío recuperaba un ritmo cardiaco sosegado, volvías a ponerlo en tensión con un beso de indescriptible ternura.<br /><br />Por eso quiero que me cuentes otra maravillosa historia, Sherezade mía, para sentir fortísimas emociones seducido por tus demenciales encantos. Pero esta vez seré yo quien determine el final del relato, aunque confieso ignorar por completo cómo acabará. Quiero que nos dejemos llevar, arrastrados por la impetuosa fuerza de la pasión promovida por una dulce y caótica insensatez, y así disfrutar contigo de placeres prohibidos.<br /><br />Comienza ya tu historia, Sherezade.</div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-42644948494290476302008-12-22T04:29:00.006+01:002008-12-22T04:36:55.697+01:00Vía Nocturna<blockquote><i>Deep in the wood, in the dark, there's a way<br />Follow this path and you'll meet a strange crowd<br />(Therion — Via Nocturna)</i></blockquote><br /><p style="text-align: justify;">Somos extrañas personas, aves nocturnas; que nos congregamos en insólitos lugares, envueltos por una atmósfera de clandestinidad. Ahí elucubramos nuestras ideas disidentes; por un mundo mejor, más auténtico y humano.</p><p style="text-align: justify;">Creemos en el amor.</p><p style="text-align: justify;">Nuestros rituales son amor. Son deseos puros y sinceros de amar a las personas. De amarnos entre nosotros. De amar a los que nos siguen, a los que nos hacen caso. De amar, incluso, a los que nos ignoran. De amar, sobre todo, a los que nos repudian, nos detestan y nos odian. Todos ellos sustentan nuestra sociedad secreta. Alimentan nuestro fuego con su aprobación o con su repulsa. Y nosotros les damos calor a todos ellos con nuestra llama enfurecida.</p><p style="text-align: justify;">Alrededor de esta hoguera de pasión danzamos alegres, risueños, felices. Nos sentimos más vivos que nunca.</p><p style="text-align: justify;">Nuestros rituales son extraños, inusuales. Citamos a dioses prohibidos. Les rendimos culto con ferviente devoción. Adoramos a nuestra divinidad interior.</p><p style="text-align: justify;">Nosotros somos esos dioses.</p><a name="10"><br /></a><span style="font-family:Verdana;"><a name="10"></a></span>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-56820256599020377242008-12-06T00:56:00.006+01:002008-12-06T01:45:16.246+01:00Désenchantée<blockquote style="font-style: italic;">Has escrito mil líneas en mi diario. Ahora esas líneas lloran por tu ausencia y gritan al sentirse abandonadas, sucias, mentirosas.</blockquote><div style="text-align: justify;">Será que nos hacemos viejos. Será que con el tiempo uno gana experiencia y los misterios de la vida dejan de serlo. Ya nada nos sorprende. Será que te veo venir y ya sé lo que quieres lo que me vas a decir y yo ya sé qué respuesta darte. Será que se ha muerto algo dentro de mí, algo que antaño me hacía vibrar de pasión. Ahora no. Ahora es como una roca; al menos pesa como tal dentro de mi pecho. Será que todo ha perdido su encanto, al menos para mí.<br /><br />Creo que algo he hecho mal, que cometí un error. En su día fue una solución realmente eficaz para superar mis penas, para aliviar mis tormentos. Para superar el que te hubieras ido. Sí, funcionó. Alimenté a mi ego, haciéndolo crecer hasta que se convirtiese en una bestia despiadada y sanguinaria. Fue él quien luego me enseñó a odiarte, a menospreciarte. Tal vez era lo que te merecías, pero eso no importa ahora.<br /><br />Sentía su furia en mi interior, quemándolo todo: quemándome. Aprendí demasiadas cosas de él. En realidad fue él quien se afanó en enseñarme toda esa basura, toda esa ideología del odio y del rencor. Dejé de sufrir. Dejé de sentir.<br /><br />No tardé en darme cuenta de que mi ego me tenía dominado. Estaba perdido. Era él quien gobernaba todo mi ser, obligándome a desconfiar siempre, prohibiéndome tocar el suave terciopelo rojo que viste a la Pasión. Vendaba mis ojos cada vez que yo quería ver algún paisaje hermoso o contemplar fascinado el atardecer. Sellaba mis oídos para que ninguna canción pudiese emocionarme. Congestionaba mi olfato para que jamás me deleitase con el perfume de una flor. Me tenía a su merced.<br /><br />No sabía ya cómo liberarme de ese presidio. Siempre que intentaba algo, a escondidas, actuando por sorpresa y dejándome llevar; no tardaba en venir raudo a recriminarme mi falta de sensatez. Todo lo tasaba así: por su sensatez, por su cordura. Era esa su unidad de medida para todo. Y yo quería, inconscientemente, hacer locuras. Locuras como las que hice antaño, cuando era libre. Locuras como las que algún día haré, alegre y satisfecho.<br /><br />Sin embargo, algo he descubierto hace poco: he dado con su debilidad. Sí, ese ser tan rígido e implacable que me domina tiene un interesante punto débil. El otro día le conté un chiste y no sólo no se rió; sentí cómo se enojaba, como se retorcía de dolor, como vomitaba sangre. Le hago víctima de mis bromas y veo como se debilita, aunque a mí también me duele. Pero algo es algo.<br /><br />Reconfortado por mi hallazgo inspiro profundamente y noto el olor de las rosas. Su delicioso aroma evoca mil recuerdos apasionados. Puertas llenas de misterio se abren, cantos de sirena me seducen; voy hacia lo desconocido, otra vez.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-31571821039979393512008-12-05T00:52:00.008+01:002008-12-05T01:59:40.610+01:00La muerte de la Estrella Roja (IV)<div style="text-align: justify;">Colgué el teléfono y anoté la dirección que acababa de recibir en un pequeño trozo de papel. No era necesario anotarla en realidad; no era difícil de memorizar. Lo hice por costumbre. Ahora leía y releía la nota que tenía en mi mano. "Café París", así se llamaba el sitio en el que me iba a reunir. Café París, ese nombre de repente me trajo recuerdos.<br /><br />La ruinosa y malherida ciudad de Levogrado conserva en su casco antiguo un local de otro tiempo, un café ya veterano y con solera que resistió como pudo el paso del tiempo y su corrosiva acción sobre las urbes muertas. Un cartel sobre su puerta, viejo y herrumbroso, anuncia su nombre: Café París. Su dueño lo fundó hace décadas, al volver a Levogrado después de vivir algunos años en la ciudad que le enamoró profundamente y que puso el nombre al local. Ahora eran sus dos hijos quienes regentaban el negocio.<br /><br />Yo había estado allí en una ocasión, con Eléanor, antes de la guerra. Era un lugar confortable, bastante tranquilo y acogedor. Medio escondido entre calles flanqueadas por edificios históricos, el local destilaba cierto aire señorial, lleno de encanto y misterio; como si sus paredes, sus mesas y sus butacas tuvieran muchas historias que contar. Me impresionó bastante aquel café sin igual.<br /><br />Ahora aquel sitio estaría seguramente muy cambiado. Posiblemente los hijos del dueño hicieran alguna reforma al local desde entonces. Tal vez durante la guerra presenció de cerca algún ataque, algún bombardeo; como mínimo algún disparo, alguna bala perdida que rompió algún cristal. Quizá sirviese de refugio para la resistencia, o como punto de referencia para encuentros confidenciales y furtivos entre espías, insurgentes, revolucionarios, altos cargos, ... ¿quién sabe? Podía imaginar cualquier cosa que dicha cosa podría haber sido cierta.<br /><br />Me puse la chaqueta, cogí las llaves y salí de casa. Había quedado en ese lugar con algunas personas. Iban a proponerme algo interesante. Pero eso no procede contarlo ahora.</div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-74110833467729494702008-11-25T23:55:00.002+01:002008-11-26T01:11:52.535+01:00Un granito de arenaMenos es nada. Es un granito de arena en una montaña, la gota de lluvia ínfima y diminuta que junto a un millón de compañeras alimenta al río y da vida a las cosechas.<br /><br /><a href="http://wikimediafoundation.org/wiki/Donate/es"><img border="0" alt="Wikipedia Affiliate Button" src="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/foundation/a/a8/2008_fundraiser_square_button-es.png" /></a>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-80142775486741299822008-11-17T05:14:00.004+01:002008-11-17T06:03:27.492+01:00En movimiento<span style="font-style: italic;"></span><blockquote><span style="font-style: italic;">Arrástrame a un mundo de pasiones prohibidas. Envuélveme en un romance secreto y furtivo.</span><br /></blockquote><div style="text-align: justify;">Es esa sensación de movimiento. El placer que provoca moverse hacia los lugares en los que queremos estar, donde creemos que se halla la acción. Vamos devorando kilómetros con nuestros rugientes motores por carreteras bañadas en miel al atardecer, con el bucólico y encantador paisaje costero de fondo, allá a lo lejos. Un sol de oro puro juguetea burlón saltando por los espejos retrovisores y disparándonos brillantes destellos de luz dorada; tras cada curva aparece o deja de brillar. Es algo idílico.<br /><br />Hemos elegido estar en constante movimiento, sin llegar a establecernos definitivamente en ningún lugar. Nómadas de nuestros tiempos. Es difícil explicarlo, imposible de justificar. Todo esto forma parte de nuestro misterio, de nuestra causa sagrada. No puede entenderse, sólo sentirse.<br /><br />Habrá siempre alguien que diga que nuestro incesante tránsito es una maniobra de huida perpetua, una escapatoria de la sociedad y de la responsabilidad. Nada más lejos de la realidad. No somos fugitivos. No renegamos de nada. Ni siquiera tenemos ese motivo por el que tener que huir para siempre y de todo lugar. ¡Eso es absurdo!<br /><br />No, nuestra existencia tiene una razón de ser muy bien definida y clara. Lo hacemos porque queremos, porque así entendemos la vida y porque ésta es, en realidad, continuo cambio y adaptación. Nosotros nos adaptamos, nos movemos con ese cambio. Preservamos lo que es preservable y nos despedimos definitivamente de lo caduco, de lo que no puede seguir coexistiendo con nosotros.<br /><br />Y, paradójicamente, así alcanzamos la mayor estabilidad y consolidación de las cosas que verdaderamente importan. Una amistad verdadera lo es para siempre, porque desde un principio aceptamos la naturaleza cambiante de las personas implicadas. Cambian las personas y cambian también sus necesidades. Se mantiene el vínculo porque éste se basa en el respeto y en la aceptación, nunca en imponer o restringir. Un romance nace como una de esas fluctuaciones y deviene ocasionalmente en algo más serio, cuando el respeto y el entendimiento mútuo alcanzan la madurez necesaria. En cualquier caso, vivir la vida con la intensidad que se merece es un precepto común, de obligada aceptación y cumplimiento por parte de todos nosotros.<br /><br />La vida es cambio, movimiento. Nosotros entendemos el movimiento como algo natural y necesario. Por eso estamos siempre moviéndonos. Carreteras que serpentean entre la oscuridad de la noche, descubiertas por la luz de nuestros faros. Sosegada travesía a través de yermos baldíos, inertes, indiferentes. Se recorren sin prisa, en ausencia del corrosivo anhelo de querer llegar a una meta. Disfrutamos del trayecto. Descansamos cuando es el momento de descansar, cuando la vida exige una parada en el camino. Contemplamos el rosado amanecer en el horizonte, moviéndonos entre llorosos paisajes de un verde apagado. Reponemos fuerzas con suculentos pero frugales manjares, saciando nuestro apetito, pero también disfrutando de su sabor intenso. Es esa sensación de movimiento: difícil de explicar, imposible de justificar; sólo puede ser vivida, disfrutada con alegría, apasionadamente.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-27208086181008346312008-11-11T20:07:00.013+01:002008-11-11T21:13:35.050+01:00Krieger<blockquote><span style="font-style: italic;">Krieger wie wir</span><br /><span style="font-style: italic;">Besiegen die Welt und verlier'n</span><br />(And One ― Krieger)<br /></blockquote><br /><div style="text-align: justify;">—¡Guerra!—, exclamaron generales de todas las naciones. Efectivamente, había estallado la guerra, el conflicto bélico inminente e inevitable eclosionaba por fin. No podía ser de otra forma; no en este mundo, no en esta vida. Guerreros somos, guerreros nacemos. Somos luchadores natos, es nuestra razón de ser. La vida es guerra y es la guerra lo que le da sentido a la vida. La lucha, la contienda.<br /><br />Por ello es preciso cultivarse en el hermoso y noble arte de la guerra. ¡Siempre en guardia! Es nuestro deber y nuestra misión desarrollar una actitud marcial, para estar siempre atentos a cualquier ofensa y a cualquier oportunidad de ataque. Atención permanente; siempre ha de haber un par de ojos abiertos, un centinela que vele por nuestra seguridad.<br /><br />¿Y por qué se lucha? Por la vida, por la propia existencia, tratando de que ésta se perpetúe por los siglos de los siglos. La guerra se origina como desafío de la vida a la propia vida y por la propia vida. Desde que se nace uno lucha contra las amenazas a su frágil vida, recién expuesta a un mundo frío, cruel y amenazante. Crece el individuo envuelto en disputas diversas, queriendo hacerse camino entre la gente que trata de aplastarle, luchando por su trocito de cielo. El reconocimiento personal se conquista. La subsistencia es una lucha constante. La procreación es también un severo conflicto bélico: la historia la escriben los vencedores y la historia evolutiva no está exenta de dicha suerte. Por ende, guerreros somos y nuestra batalla es nuestra propia vida.<br /><br />Pero ríos de sangre corrieron veloces por la tierra, trazando sus angustiosos meandros entre montañas de cadáveres. La lucha de los guerreros, injustamente comandada por sanguinarios generales, devino en holocausto. La muerte de muchos por la ambición desmesurada de unos pocos. Todo por transformar el conflicto natural en una cuestión personal de adquisición de poder. Delirios de grandeza; liderazgo sin amor al liderado, sin respeto, sin devoción, sin consideración, sin gratitud.<br /><br />Nuestra condición de luchadores natos, de guerreros fieles a nuestra causa, no pretende dirigirnos hacia nuestra propia aniquilación. No es su fin el de enfrentarnos. No quiere tan siquiera compararnos, decidiendo quién es mejor. Somos diferentes y luchamos por mantener nuestra diversidad, por tejer un tapiz histórico variado y colorista. Nuestra lucha es constructiva, no destructiva. Es hora ya de destituir a los viejos generales de la guerra cruda y mortífera para coronar a los príncipes de la nueva causa, unificada y diversa. ¡Que éstos elijan a los nuevos generales de la paz y de la concordia!<br /><br />Seguiremos cultivándonos en el hermoso y noble arte de la guerra, por supuesto. Lo haremos mejor que nunca, para evitar el derramamiento de sangre innecesario e injustificado. Con suma elegancia y perfecto sincronismo se resuelve la contienda, sin ambigüedades ni malentendidos acerca del vencedor: ambos, en realidad. Toda agresión se purifica y renace convertida en algo bello, constructivo.<br /><br />Y, sí, conquistaremos el mundo. Lo llenaremos de cosas bellas, resultantes de la transformación purificadora: nuestra lucha. Los ríos de sangre se secarán y las montañas de cadáveres desaparecerán, dando lugar a un nuevo paisaje de esperanzadoras vistas. Dominaremos a quien quiere dominar para su lucro egoísta, haciéndole ver que su perniciosa ambición carece totalmente de sentido. Así lucharemos. Y tras nuestra conquista maravillosa volveremos por fin al mundo que nos ha dado la vida para ser parte de él, en armonía, sintiendo con él, siendo él.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-65309208346857234702008-11-05T02:45:00.006+01:002008-11-05T16:57:24.044+01:00Noche de difuntos<blockquote><span style="font-style: italic;">Looking for a higher ground</span><br /><span style="font-style: italic;">Searching for this something missed before</span><br /><span style="font-style: italic;">From a higher ground</span><br /><span style="font-style: italic;">Will I fall in a right direction?</span><br />(Lacuna Coil - Closer)</blockquote><div style="text-align: justify;">31 de octubre, medianoche. La calle estaba desierta aquella noche. Hacía un frío terrible y el viento susurraba amenazante a través de calles y edificios. La luz de las farolas destruía el colorista paisaje urbano del día para sustituirlo por una postal dibujada en una gama monocroma de tonos cobrizos. Y yo en medio; en medio de nadie, en medio de la nada. Caminando solo en un desierto de ciudad; sin rumbo fijo, sin un lugar al que acudir.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br />Me limitaba a escapar. A escapar de todos los sitios en los que había estado, a escapar de mi anterior vida, de mi pasado. No sabía muy bien por qué lo hacía, pero esa era la mejor forma que conocía de mitigar el dolor, la angustia. A veces me mortificaba revisitando los recuerdos de una época pasada, agridulce, de luces y sombras. Sombras que me atormentaban, luces que afirmaban que había valido la pena todo lo vivido. Pero ahora era el momento de acabar con todo aquel sufrimiento.<br /><br />Las horas de la noche avanzaban lentamente. Yo recorría la ciudad, de soportal en soportal, puerta a puerta, calle a calle, esquina a esquina, buscando por momentos cobijo del terrible frío de aquella noche. Encontré un lugar apacible, cubierto aunque ruinoso, en el que resguardarme de las inclemencias del tiempo. Era un lugar inhóspito, ¡pero era con creces lo más confortable que podría haber hallado aquella noche! Perdido en un laberinto de calles ajenas, desconocidas, era sin duda el mejor sitio. Allí me senté, en el suelo, esperando al amanecer. Y en la hora que lo precede —la más fría y oscura de la noche—, allí morí...<br /><br />...para volver a nacer.<br /><br />El sol emergió de entre las montañas del Este, dándome la bienvenida con sus primeros rayos. Sentí de nuevo como la sangre corría por mis venas, apresurada por vivir de nuevo, con intensidad. Me levanté del suelo y salí de aquel ruinoso lugar. Y caminé otra vez, toda la mañana; ahora sí tenía un destino claro: iba al encuentro de otras personas, personas maravillosas. No las conocía, pero las reconocería al instante por el brillo de su mirada, igual al de la mía en ese momento. Esbocé una sonrisa mientras caminaba con paso firme y decidido.<br /><br />Y dejé atrás todo mi equipaje de preocupaciones, de recuerdos llenos de tristeza. Dejé atrás con ellos —supongo— a muchas personas queridas y conocidas. Lo siento, no puedo esperar. Que me sigan, si pueden, si quieren.<br /><br />El sol brillaba en lo alto ahora, llenándome de energía con su calor dorado. Los colores de las cosas eran ahora vívidos y las calles se mostraban repletas de gente. Yo caminaba entre ellos, sin detenerme, sonriente. Mi corazón latía con fuerza.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-47738096219442209952008-10-30T00:46:00.005+01:002008-10-30T01:30:08.121+01:00El Cielo y el Infierno<div style="text-align: justify;">El siguiente fragmento, perteneciente a un libro de P. Coelho, relata la experiencia de un hombre que junto con sus dos animales recibe súbitamente la muerte. Aún sin percatarse del cese de su propia vida, el hombre camina con sus dos compañeros por una senda y le acontece lo siguiente:<br /><blockquote>La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente que manaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.<br />—Buenos días.<br />—Buenos días —respondió el guardián.<br />—¿Cómo se llama este lugar tan bonito?<br />—Esto es el Cielo.<br />—Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos.<br />—Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. —Y el guardián señaló la fuente.<br />—Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...<br />—Lo siento mucho —dijo el guardián—. Pero aquí no se permite la entrada a los animales.<br />El hombre se llevó un gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero; posiblemente dormía.<br />—Buenos días —dijo el caminante.<br />El hombre respondió con un gesto de la cabeza.<br />—Tenemos mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.<br />—Hay una fuente entre aquellas rocas —dijo el hombre, indicando el lugar—. Podéis beber tanta agua como queráis.<br />El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.<br />El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.<br />—Podéis volver siempre que queráis —le respondió.<br />—A propósito, ¿cómo se llama este lugar?<br />—Cielo.<br />—¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!<br />—Aquello no era el Cielo, era el Infierno.<br />El caminante quedó perplejo.<br />—¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe de provocar grandes confusiones!<br />—¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor. Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...<br /><br />(P. Coelho — <span style="font-style: italic;">El Demonio y la señorita Prym</span>)</blockquote>Cielo e Infierno son dos conceptos ligados a una supuesta existencia más allá de la vida terrenal —o, simplemente, la vida—. Siempre se ha mostrado el Cielo como un lugar idílico al que las almas de las personas bondadosas van como recompensa. Por otra parte, el infierno se describe como un lugar horrendo, lleno de dolor y sufrimiento, al que se destinan las almas de las personas que cometieron maldades e injusticias.<br /><br />Sin embargo, no es necesario esperar la llegada de la Muerte para ir a un sitio u otro. El mundo en el que vivimos puede tornarse cielo o infierno, a nuestra elección, de acuerdo con nuestras obras y decisiones. Depende de nosotros construir un cielo en el que la gente se ayude entre sí y de forma invariable ante cualquier circunstancia. También depende de nosotros que nuestro mundo se torne en un infierno cruel y desolador: haciendo prevalecer el interés personal ante el del colectivo, aún cuando se puede perjudicar seriamente a este último. Cielo o Infierno: es decisión nuestra, decisión de cada uno.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-25150622794223525232008-10-27T00:28:00.004+01:002008-10-27T23:45:13.975+01:00Pequeña<div style="text-align: justify;">Pequeña, hoy tus lágrimas llegan a mí. Mojan mis manos como un aguacero de llanto, como una lluvia de pena y dolor. Tus lágrimas llegan a mí, pequeña, a pesar de que te encuentras muy lejos de aquí. No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><br />Sientes que tu vida pasa ahora por un callejón sin salida, un charco de lodo en el que te has hundido y te cuesta salir. Todo parece indicar que las cosas irán a peor, hasta que finalmente asumas y aceptes que es tu destino. Mas no es así. No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><br />¡Oh, pequeña mía! Yo te recuerdo aún llena de vitalidad y energía, ansiosa por descubrir mundo, por vivir nuevas experiencias. ¡Cuantas aventuras viviste! Al menos no puedes decir que no has aprovechado aquellos maravillosos días, y toda esa experiencia adquirida se rebelará pronto para liberarte de tu presidio. No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><br />Has elegido un camino menos apasionante. Ahora los días transcurren, uno tras otro, como copias de copias de copias. Rutina. Eso hace que te sientas vacía y te gustaría sentirte realizada. Tratas de escudarte en tu trabajo, siempre igual: copias de copias de copias. Tratas de hacer siempre las mismas cosas para distraerte en el fin de semana: copias de copias de copias. Tratas de convencerte, con copias de copias de copias, de que tu vida, al menos, está libre de sobresaltos — falso, por cierto. Puedes elegir eso y dormirte, ahogada en llantos, hasta el día de tu muerte. ¿Estás conforme con eso? No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><br />Siempre me dices que te sientes querida, que no faltará alguien que te adore a tu lado. ¿Y cómo es que hoy llueven lágrimas tuyas? ¿Dónde está tu incondicional amigo? ¿Qué pasó con tu media naranja? Están a tu lado, sí, apoyándote; pero no comprendiéndote. Les gustaría hacerlo; llegar a entender tu dolor, fruto de una pasión inalcanzable para ellos. No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><br />Toma de nuevo las riendas de tu vida, para luchar por lo que tú quieres, para abolir el conformismo. Niégate a ser lo que otros quieren que seas; sé tu misma, pequeña. Vuelve a ser como antes, libre y soñadora; siendo como antes pero viviendo el ahora. Avanza sin añoranzas del pasado, aprovechando ese legado de experiencia de tu época dorada. Pronúnciate en contra de un estilo de vida que se te ha impuesto, sutilmente, sin que tu lo quisieras, condenándote hasta el fin de tus días a sentir lo mismo de siempre: sentimientos enlatados. No es para eso para lo que tú estás viva, pequeña; no es para eso para lo que tú sientes. Quieres experimentar de nuevo, exponerte a la grandeza del mundo otra vez; y querer es poder, pequeña. Tú eliges. No llores más, pequeña, porque pronto vas a ser feliz.<br /><blockquote><br /><span style="font-style: italic;">Porque la misma confusión</span><br /><span style="font-style: italic;">Que sientes tú la siento yo</span><br /><span style="font-style: italic;">Yo me limito a seguir</span><br /><span style="font-style: italic;">La ley de mi corazón</span><br /><br />(Amaral — Kamikaze)</blockquote><br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-58482758583360602782008-10-21T02:55:00.006+02:002008-10-21T04:00:14.017+02:00Sin identidad<div style="text-align: justify;">Personas sin identidad, iguales todas; de espíritus vacíos e ilusiones muertas. No hacen más que vagar de un lado para otro, caminando en círculos y ensuciando todo lo que a su paso dejan atrás. Como babosas trazan lentamente un pegajoso rastro de inmundicia capaz de pudrir la vida y la esperanza de la tierra que pisan.<br /><br />Huyen de sus orígenes, creyendo que allá donde van encontrarán la tierra prometida. ¡Mentira! Viven engañados, seducidos por el reluciente becerro de oro que alguien puso delante de sus vidriosas miradas.<br /><br />Reniegan de su familia, de su aldea natal, de sus amigos y de sus amantes. Reniegan de todo aquello que alguien les dijo que debían rechazar por considerarlo burdo y vulgar, bruto, bárbaro. ¡Idiotas! Fe ciega hacia un demonio vestido de seda: ese es vuestro maldito pecado, vuestra maldita enfermedad.<br /><br />¿Acaso no os han otorgado la vida aquellos a quienes ahora les dais la espalda? ¿No son ellos vuestros creadores, vuestros mentores, vuestros protectores, vuestros ángeles guardianes? Sin embargo de ellos escapáis y avanzáis inmutables, atontados, hacia una fachada de cartón piedra que pronto arderá. Y vosotros arderéis con ella.<br /><br />Pero no hay porque compadecerse de estos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">zombies</span> sin aliento, sin voz propia. Ellos avanzan contentos hacia su propia tortura, alentados por el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">autoengaño</span>. Prosperidad, dijeron unos; futuro, otros anunciaron. Y escupieron en la mano de quien les entregó su amor, tachándolo de insensato e irresponsable. Así quemasteis en la hoguera a todos los románticos, acusándolos de una falta total de pragmatismo; así condenasteis a todos los bohemios, imputándoles cargos de terrorismo por cada verso, por cada poema, por cada canción. Vuestra caza de brujas justificasteis con la escala de valores que os han impuesto. Alienación.<br /><br />Yo no me compadezco de vosotros. Tampoco os voy a odiar. Al contrario, celebro vuestra existencia; ridícula, por cierto. Doy gracias por vuestro convencimiento, por vuestra entrega a la causa ajena: ¡mi causa! Yo os manejo, yo os ordeno, yo os engaño; os hago reír, os hago llorar.<br /><br />Y pasaréis delante mía con flamantes coches, vestiréis ropas de marca a la moda y veranearéis en lujosas propiedades en la costa. Me <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">veréis</span> con desprecio, por encima del hombro, sin sospechar que es a mí, en realidad, a quien correspondería ese absurdo capricho. Os compararéis entre vosotros para ver quién tiene más posesiones, quién es más rico. ¡Oh! ¡Vaya un pasatiempo estúpido! ¡Si ni siquiera tenéis identidad!<br /><br />Y aquel a quien escupisteis en la mano cuando os la tendió para abrazaros, aquel a quien insultasteis, aquel a quien considerasteis inferior: ese será vuestro príncipe. Él tiene nombre propio, y una historia que contar. No ha sucumbido a los encantos de vuestro mundo de plástico. No ha dejado que vuestras normas amilanasen su espíritu. Camina firme, marcial, sabio y decidido a hacer lo que quiere hacer. Sabe qué es lo correcto; por eso reinará, siendo vosotros sus lacayos.<br /><br />Y cada persona que le mire a los ojos sonriendo, demostrando con su mirada su pureza de espíritu, reinará con él. Compartirán su gobierno todos aquellos que han sabido elegir por ellos mismos qué hacer ante la adversidad.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-37848438232027843442008-10-20T02:43:00.004+02:002008-10-20T03:01:21.410+02:00Interludio<div style="text-align: justify;">Hoy me desperté en medio de una nada inmensa; protegido de ella por una esfera de cristal, dentro de la que yo me encuentro. No puedo ver nada de lo que hay afuera porque el cristal está empañado por mis llantos.<br /><br />Mi corazón llora por su cautiverio, por su soledad en medio de un desierto de tinieblas. Grita con fuerza para que lo liberen. Clama exasperado vivir nuevas experiencias.<br /><br />Es hora de recobrar el esplendor de antaño, época dorada, y superar este momento de angustia, azul y triste. Esa época maravillosa que tanto añoro, de pasión desenfrenada y verdadera valentía, me brindó los momentos más bellos. Ahora eso ya pasó, pero es tiempo de aprender de todo aquello y aprovechar el conocimiento adquirido para lo que ha de venir. ¡Oh! Esa época en la que el amor y la pasión teñían de rojo amaranto mi cielo y mi horizonte; en la que la noche bendecía mi causa sagrada, mi misterio, arropándome con su manto de enigmática calma. Ahora todo eso debe servirme como referencia.<br /><br />Claro que no debo obcecarme en el absurdo empeño de querer recrear lo vivido, bajo la creencia de que algún día aquello volverá. No, no me voy a engañar con eso, no voy a imitar lo vivido porque vivido está. Se trata de una época pasada e irrepetible. Las circunstancias han cambiado, pero la experiencia perdurará.<br /><br />Esta época actual, triste y solitaria, bañada por un vacío de tinieblas, no es más que un interludio. Un pasaje transitorio, eso es todo. Esto solo es un descanso para recuperar la fuerza, las ganas de vivir. Luego me levantaré, secaré mis lágrimas y recuperaré la perspectiva perdida; el cristal se volverá totalmente transparente.<br /><br />Es hora de elegir aquello que quiero ser, aquello que quiero vivir. Yo decido.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-87047348490898231322008-10-02T16:45:00.004+02:002008-10-02T16:49:57.675+02:00Eva<span style="font-style: italic;">(Dedicado a todas las Evas que conozco. Cada una de ellas me ha aportado algo especial en esta vida, o la vida misma.)</span><br /><blockquote>6:30 winter morn<br />Snow keeps falling, silent dawn<br />A rose by any other name<br />Eva leaves her Swanbrook home<br />A kindest heart which always made<br />Me ashamed of my own<br />She walks alone but not without her name<br /><br />Eva flies away<br />Dreams the world far away<br />In this cruel children's game<br />There's no friend to call her name<br />Eva sails away<br />Dreams the world far away<br />The Good in her will be my sunflower field<br /><br />Mocked by man to depths of shame<br />Little girl with life ahead<br />For a memory of one kind word<br />She would stay among the beasts<br />Time for one more daring dream<br />Before her escape, edenbeam<br />We kill with her own loving heart<br /><br />Eva flies away<br />Dreams the world far away<br />In this cruel children's game<br />There's no friend to call her name<br />Eva sails away<br />Dreams the world far away<br />The Good in her will be my sunflower field<br /><br />(Nightwish - Eva)</blockquote>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-73692844322438376932008-09-07T18:44:00.003+02:002008-09-07T19:08:50.002+02:00La cuenta atrás<div style="text-align: justify;">Es viernes por la mañana. Un empleado mira atentamente el reloj que cuelga de la pared de su oficina y mentalmente calcula cuantas horas faltan para que termine su jornada. «Por fin es viernes», piensa él. Desea ya salir de su lugar de trabajo y descansar todo el fin de semana.<br /><br />Pero el fin de semana resulta trágicamente corto y ya, como en un abrir y cerrar de ojos, es lunes otra vez y de nuevo hay que enfrentarse otra vez a la rutina y luchar contra las horas de ese reloj que pasan solo cuando éste no es observado. La espera se dilata hasta abarcar toda la semana, esperando que llegue el viernes. Lunes, martes, miércoles, jueves ... ¡viernes! Otro fin de semana y vuelta empezar.<br /><br />Y semana tras semana asalta la cabeza de nuestro pobre oficinista una nueva cuestión y un nuevo cálculo mental: ¿cuántos días faltan para las vacaciones? Y las vacaciones se le antojan terriblemente lejanas aún; mejor no pensar en eso. Pero la pregunta se reitera, y día tras día la respuesta va tomando forma: dentro de un mes, tres semanas, quince días, una semana, ¡mañana!<br /><br />Pero el periodo vacacional transcurre demasiado rápido y, para más inri, nunca da tiempo a hacer todo lo que se esperaba hacer. Siempre queda algo en el tintero. Siempre las expectativas superan a lo conseguido finalmente, y toca volver a la vida rutinaria con la frustración de no haber logrado todo lo que se había planeado hacer.<br /><br />Van pasando los años, sigilosamente; sin que advirtamos su presencia más que en contadas ocasiones: momentos de lucidez pasajera. Y las cosas que parece que ayer fueron distan, en realidad, varios lustros del presente. Y un nuevo anhelo recorre el fatigado cuerpo del hombrecillo aquí protagonista: saborear la libertad de la jubilación, libertad equiparable a la del preso que cumple su condena. Así es vista la jubilación, porque ésta no fuerza el retorno a la rutina y su duración no está determinada de origen. Es normal que se sienta libre el individuo así, porque nada ni nadie le obligará a volver a la rutina y a la obligación.<br /><br />Pero esta libertad no es la libertad del pájaro. Es la libertad del preso que en la pared de su celda graba, día tras día, el progreso de la cuenta atrás hacia su liberación. No es la libertad del que ha nacido libre. Sin embargo, esa libertad debiera ser porque, ¡sorpresa!, hemos nacido libres.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-9316924399891186592008-08-27T17:19:00.003+02:002008-08-27T17:48:07.061+02:00Algo más que agua con azúcar<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_l5aMmEnfNrg/SLV2IOzGHhI/AAAAAAAAApg/66c1DvguZsQ/s1600-h/cocachin.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="http://2.bp.blogspot.com/_l5aMmEnfNrg/SLV2IOzGHhI/AAAAAAAAApg/66c1DvguZsQ/s320/cocachin.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5239223625298877970" border="0" /></a>Agua carbonatada, azúcar y aromas. En esencia, esa es la fórmula de una de las bebidas refrescantes más populares del mundo. ¿Cómo es posible que algo tan sencillo tenga tanto éxito, año tras año, en cualquier lugar del mundo? La composición del producto se mantiene prístina, inalterada desde sus orígenes. Puede cambiar ligeramente el proceso de fabricación, transporte o servicio. Puede variar el formato, la presentación. Puede existir una variante sin azúcar, otra sin cafeína, etc. Pero el producto es, en esencia, el mismo. Te puede gustar o no, pero lo conoces. Te puede apetecer más o menos, pero su nombre, su marca comercial reverbera en tu mente. Da igual al sitio al que vayas: la tienen y la venden.<br /><br />La clave del éxito no está tanto en el producto, sino en el «mensaje». Tal vez el producto fue lo importante en sus orígenes. Ahora ya no. De nada serviría intentar vender siempre lo mismo, algo que no ha mejorado; de ser así, la competencia lo habría borrado del mapa con miles de nuevos productos, diferentes y únicos.<br /><br />Desde el punto de vista del marketing, lo que interesa es conocer las necesidades del ser humano y satisfacerlas. Todo comienza así: se identifica una carencia en la vida de las personas, luego se busca una solución y se ofrece (se vende) un producto que (supuestamente) mitigue esa sensación de falta, de insatisfacción.<br /><br />La gente ansía ser feliz. Lo anhela con todo su corazón, pero no sabe encontrar esa felicidad. ¡Oh, si alguien nos dijera cómo ser felices! He ahí la necesidad buscada. Ahora hay que buscar un producto que lleve esa felicidad deseada a la gente.<br /><br />¿Puede un refresco de cola hacer feliz a la gente? Desde luego que no... o sí... tal vez. La felicidad no es una meta tan inalcanzable como muchas veces se estima, pero esa es otra cuestión que aquí no viene al caso. Lo que aquí importa es el planteamiento, falaz pero efectivo, de que «algo» puede traernos felicidad.<br /><br />No importa el producto en sí. El producto está bien, ¿para qué cambiarlo? La publicidad, el mensaje: eso es lo importante. Importa crear una imagen. Importa crear un concepto, una asociación entre lo deseado y lo ofrecido. ¿De qué hablan sus anuncios? ¿Qué mensaje ofrecen? ¿Refrescante sabor a cola o felicidad, alegría y vivir la vida?<br /><br />Han dado en el clavo. Y, de todas formas, si ser felices depende sobre todo de nosotros mismos, mejor hacerlo con dulzura. ¿Agua con azúcar? Sin duda, algo más.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-43504994661712363612008-08-18T03:47:00.008+02:002008-08-18T04:39:14.457+02:00Amor libre<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_l5aMmEnfNrg/SKjf-u32E1I/AAAAAAAAApA/5UjV24pssEc/s1600-h/cascada.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="http://3.bp.blogspot.com/_l5aMmEnfNrg/SKjf-u32E1I/AAAAAAAAApA/5UjV24pssEc/s320/cascada.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5235680835645346642" border="0" /></a><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >(Dedicado </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >a E., cuyas sencillez y simpatía siguen levantando pasiones aún a día de hoy.)</span><br /><div style="text-align: justify;"><br />Alguien dijo una vez: «si quieres algo, déjalo libre: si vuelve a ti es porque es tuyo; si no, es que nunca lo ha sido». Pocas veces se le hace caso a tan sabio consejo.<br /><br />Las personas que no saben amar son las que intentan poseer, poseer a la persona. Con alhajas compran su cautiverio; con celos y desconfianza cercan su libertad. Jamás podrían ceder un ápice en su postura de dominio, por temor a perder aquello que con vehemencia afirman querer tanto. Pero, ¿por qué temer? Se teme porque se es incapaz de amar: porque se desconfía. ¿Y por qué desconfiar?<br /><br />La vida de las personas es como un río, y a ese río a veces se le construyen presas y embalses para retener su caudal. Si la presa no se abre, el agua almacenada acabará desbordando o reventando el muro de la presa. Ese agua simboliza los anhelos de las personas y, al igual que hay ríos más o menos caudalosos, hay personas con grandes deseos para la vida y personas de actitud más conformista. Retener ese imparable caudal implica que, tarde o temprano, la presa romperá. Inhibir los anhelos conlleva a que, tarde o temprano, éstos afloren en una explosión de sentimientos y actos que bien pueden echar por tierra los intereses de aquellos que buscan controlar las vidas ajenas para un mayor éxito en las suyas. Es normal desconfiar en ese caso.<br /><br />Y a toda esa gente odiosa yo les miro a la cara y me burlo de ellos. Y grito: «¡Que llueva, que llueva!». Lluevan mil mares para que los ríos de las personas crezcan desmesuradamente, rompan sus presas y aneguen sus poblados de avaricia. Y que la avalancha de lodo cubra sus cabezas, para que no vean a donde se va su amor perseguido, movido éste por una impetuosa corriente de deseo.<br /><br />Yo me uno a ese imparable avance de aguas turbias hacia el océano, donde todos los amantes nos encontraremos; libres para amar, para amar libremente. El agua que fuimos y que ahora forma parte de otro río volverá a nosotros, porque libre es y libre fluye por la tierra.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-14124563412279573772008-08-13T04:25:00.005+02:002008-08-13T06:34:30.965+02:00Dead Letters (III)<div style="text-align: justify;">El origen del siguiente documento es de difícil explicación. Se trata de unas páginas del diario de una joven. Su autora y protagonista me las ha remitido con el propósito de que yo aquí las publique; supongo que por el interés de dejar constancia de algunos pensamientos suyos en una etapa trascendental de su vida. Ignoro si la autora ha censurado alguna parte del texto o algún dato que pudiera en éste verse reflejado, así como también ignoro por completo los antecedentes a esta historia. Respetaré, en todo caso, el deseado anonimato de la autora; trato que, en este peculiar caso, considero justo y de recibo.<br /><br />Sin más preámbulos, el citado texto:<br /><br /><blockquote style="font-style: italic;">Martes, 27 de marzo de 2007.<br /><br />Por fin, en este día memorable, me fui del mismo lugar de siempre. Dejé muchas cosas atrás: muchas cosas buenas, pero también muchos tormentos. Espero que mis amigos me perdonen; trataré de mantener el contacto con ellos.<br /><br />Hoy por la mañana subí al tren que me llevaría a ... algún lugar, ¡qué importaba eso! Me hubiese valido un billete a cualquier lugar. Sólo quería escapar de lo que me estaba oprimiendo y cualquier destino era igual de bueno.<br /><br />Cuando el tren se puso en marcha, contemplé por la ventana con cierto alivio cómo se alejaba ese paisaje que durante tanto tiempo había sido el carcelero de mis deseos. Así me sentía yo: encarcelada, presa de una vida rutinaria y vacía. Comencé a recordar algo que, por su tristeza, hizo que no pudiese contener las lágrimas que salieron de mis ojos y recorrieron velozmente mis mejillas. ¡Menos mal que nadie se dio cuenta en aquel vagón lleno de gente!<br /><br />Lo que vino a mi mente fue aquella noche en la que yo estaba sola en mi habitación —el único espacio en este mundo capaz de darme algo de paz e intimidad: mi refugio, mi santuario—. Ese pequeño oasis que era mi cuarto, en medio de un mundo de constante hostilidad, me servía para reflexionar y para dedicarme un poco de tiempo a mí misma. Todo el tiempo me veía acosada por las exigencias de todos los que quieren gobernar mi vida. ¿Acaso no puedo ser yo en la vida lo que realmente quiero ser? ¿Por qué tengo que ser transigente hasta el punto de aceptar y conformarme con una vida de préstamo y subordinación vitalicia?<br /><br />Aquel día había discutido con mi madre. Sé que mi madre desea una vida de bien para mí, y no la culpo por eso. ¡Pero es que ella no entiende mis anhelos! Yo quiero vivir la vida por mi cuenta, sin rendirle cuentas a nadie; me niego a decir a todo que sí por el mero hecho de que alguien me mantenga. Por eso me voy: para no rendirle cuentas a nadie. No quiero sentirme atada, no quiero ser esclava de nadie. Quiero vivir libremente y estar con gente a la que pueda tratar con confianza, de tú a tú; no como una esclava a su amo.<br /><br />Por eso hoy presiento que mi vida va a cambiar radicalmente. Aquí, en una estación de ferrocarril alejada ya de mi lugar de origen, escribo estas líneas mientras aguardo por la llegada del próximo tren. Trato de poner en orden mis alborotadas ideas, trato de pensar qué destinos serán los próximos. Mi corazón late con fuerza.<br /><br />Quizá algún día regrese a mi casa, al lugar al que sin duda pertenezco. Pero ahora deseo con arrebatadora pasión ver nuevos lugares y definir mi vida como realmente quiero que ésta sea. Sé que voy con lo puesto, a prueba y error, pero no tengo miedo. Sé que me toca lidiar con la incertidumbre y enfrentarme a muchas dificultades, pero lo prefiero a conformarme con una vida rutinaria que gira alrededor de una persona a la que todo el mundo supone más importante y decisiva.<br /><br />La soledad me asusta, porque no me gustaría quedarme sola. Pero, ¿qué diferencia hay entre vivir sola y vivir incomprendida al lado de gente que no te escucha? Me arriesgo a quedarme sola, pero yo deposito mis esperanzas en encontrar a la persona o a las personas que, al igual que yo, crean en el respeto y en la necesidad de cada persona de decidir por sí misma.<br /><br />Ahora, llena de ilusiones, me voy a un nuevo lugar: mi tren sale en breve. Dejo, de momento, la crónica de esta apasionante aventura que acabo de comenzar. Continuaré otro día, desde otro lugar. ¡Hasta entonces!</blockquote><br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29138240.post-86265010618127213792008-08-03T18:32:00.001+02:002008-08-04T07:10:43.132+02:00Kuden 0<span style="font-size:85%;">(Dedicado con mucho cariño a A.R.N.G., por todo lo que me ha enseñado.)</span><br /><br /><div style="text-align: justify;">Cuando se ama de verdad no se atiende a posesiones, no hay «tuyo» ni «mío»; sólo hay amor. Alguien me dijo eso una vez y pude comprobar mediante la práctica que se trata de algo muy cierto y maravilloso. Cuando se ama a una persona (amigo, familia o amante) simplemente se ama: se le aprecia, se desea estar con esa persona, se le adora, se le respeta; existe mutualidad y complicidad, se es uno solo y se fulminan las diferencias.<br /><br />Las relaciones amorosas muchas veces violan este precepto, tan deseable y puro. Se impone despóticamente la negación de toda relación externa a la pareja; se exige exclusividad y reserva máxima. Para más inri, existe también la desconfianza del uno hacia el otro sobre lo que se hace o con quién se está en todo momento. Afloran los celos, que son un subproducto del miedo; del miedo a perder a la pareja porque ésta se vaya con otra persona. Comienza entonces la guerra: las discusiones, las amenazas y las peleas; los engaños y las traiciones.<br /><br />Ocurrió una vez que invité a una amiga a bailar, simplemente para pasar un buen rato y disfrutar de la música y la buena compañía. Aquella noche bailamos algunas canciones y conversamos, nada más que eso. No obstante, su teléfono móvil sonó varias veces esa noche: era su novio en una actitud bastante celosa y preocupada por el paradero de su «posesión». ¡Yo bailo con muchas amigas cada fin de semana y no veo que sus novios, amantes o maridos las intenten controlar de esa manera! Será que éstos realmente confían en sus parejas y no ven nada malo en que ellas se diviertan a su manera, haciendo algo que les gusta. Se ve que unos y otras tienen bien claro con quien quieren estar y no temen perder así a sus parejas.<br /><br />Por desgracia tengo presenciado a lo largo de mi vida algunas actuaciones tan posesivas y celosas como la de este individuo. Y en todos los casos se percibe la misma sensación de inseguridad, de falta de autoestima y de cobardía por parte de ellos. Son cobardes porque temen a la vida y al amor. ¡Pobres infelices! No saben amar, saben tan solo poseer. Y gastan enormes esfuerzos en preservar su «patrimonio», su «posesión». Yo les digo: puedes intentar comprar su bienestar con alhajas, puedes satisfacer sus caprichos materiales y arrastrarla a una vida de lujo y consumismo pensando que así será tuya siempre; pero para una mujer todo eso es banal en comparación con la libertad para vivir su vida a su manera, sin rendirle cuentas a nadie. Amar no es retener. Amar es aceptar a la persona amada con todas sus consecuencias.<br /></div>Jairohttp://www.blogger.com/profile/12901292417590905647noreply@blogger.com1