Sea esta Magia la que nos haga ascender al seno de la Diosa, donde sólo el amor puro y sincero tiene cabida. Sin trabas, sin obstáculos, sin engaños ni decepciones: sin miedos.Cruzamos mares, valles y montañas para llegar hasta allí: un lugar escondido al que sólo se puede llegar cuando de corazón se desea estar allí. Ese lugar, secreto y mágico, es nuestro trocito de paraíso; aquí, en la Tierra, en nuestras vidas. Siguiendo las señales que nuestro agudizado instinto es capaz de reconocer, llegamos.
Ese paraje bendito es en verdad obsequio para aquellos que se aceptan tal como son y se aman. Atrás se quedan la fachada, el prejuicio y la vergüenza. Allí afloran las emociones de quienes van, bañándose en luz y mar.
Este edén existe para honrar a la vida. De finísima y blanca arena son sus orillas, de piedra y árboles sus colinas. Y su apogeo acontece al atardecer, cuando sus montañas ocultan al sol para dar la bienvenida a una suave y placentera noche estival.