¿Qué es la distancia? Nada. La distancia es el vacío, tan sólo un artificio matemático ideado para cuantificar la separación de las cosas. La distancia existe en nuestra mente —al igual que, por ejemplo, los intervalos de tiempo— para marcar la diferencia, la desunión. De todos modos, podemos distinguir entre largas distancias y distancias cortas.
De las distancias más largas poco tengo que decir. Éstas pertenecen a órdenes de magnitud tan grandes que, para mí y a efectos de lo que quiero contar, se fusionan en uno solo: el de lo inexistente, el de lo inalcanzable. Las distancias verdaderamente interesantes son las cortas, las que propician toda clase de acontecimientos. Nótese que hablo de distancias en un sentido más amplio al de la medición de longitudes; distancia es, de este modo, la falta de conexión entre dos cosas, el hecho de que nada las relacione. Así, es distancia pequeña aquella que permite conectar un eslabón con el siguiente en la cadena de la causalidad. Distancias pequeñas: proximidad, acercamiento, consecución.
Desde este punto de vista, lo más conveniente es siempre atender al pequeño paso, que por pequeño que sea, es el que comienza la larga travesía. Un décimo piso es una altura inalcanzable para una persona situada en la calle, al pie del edificio, sin la ayuda de una escalera: una serie de peldaños, de pequeñas distancias. ¡Rindamos homenaje al infinitésimo que hace posible la continuidad! ¡Que la decisión inmediata, tomada en tiempo presente, sea la que nos mueva! Decisión tomada al instante y de corazón, sin apenas tiempo para su razonamiento; iterativa y aproximada, pero efectiva.
Alguno de estos movimientos pueden salir mal; podemos dar un mal paso y sufrir las consecuencias. Podemos tropezar subiendo la escalera, podemos equivocarnos en una encrucijada. Podemos perder todo lo que habíamos conseguido hasta entonces, pero entonces podemos levantarnos de nuevo, curar nuestras heridas y seguir avanzando. Podemos fallar en las distancias cortas —pues toca actuar siempre con diligencia y determinación—, cometiendo errores de cálculo y previsión. Pero todos esos errores son subsanables, no son catastróficos. No persigamos metas lejanas, casi utópicas. Vivimos en el presente, y del futuro sabemos lo justo: que está por venir, nada más.
Pensamientos de un Aventurero Cósmico.
viernes, 28 de septiembre de 2007
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