Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

sábado, 3 de enero de 2009

Sherezade

Cuéntame hoy, Sherezade mía, una historia nueva. Una historia que apacigüe mis anhelos, que calme mis ansias de volar, que aplaque mi voraz apetito de aventuras. Necesito que tu suave voz pronuncie con dulzura palabras mágicas que me transporten a lugares ignotos. Bendíceme con el bálsamo de tu imaginación prodigiosa, capaz éste de elevarme al cielo.

Aún resuenan en mi cabeza tus primeras historias, las que compartimos aún apenas acabándonos de conocer. Oh, sí, eran historias sobre tierras lejanas. Me hablabas de un mundo extraño y desconocido, poblado por singulares personas aladas y de negras vestiduras. Describías con refinado detalle los gélidos paisajes de aquella tierra de enigmas. Desde entonces, en más de una ocasión quise estar allí; lo deseé de veras, queriendo escapar de mil tormentos que amenazaban con enterrarme vivo en el suelo inerte de lo cotidiano. Quería escaparme contigo, Sherezade, empapado de amor, inflamado de pasión.

Cuéntame hoy una historia mágica como aquellas. Haz que mi corazón vuelva a latir con tanta fuerza que, por momentos, crea que se me sale del pecho.

Otras historias me contaste durante nuestras interminables noches a la luz de miles de velas. Derretíase la cera de éstas como también lo hacía mi piel cuando, en alguna ocasión, para darle más viveza a tus palabras, acercabas tu mano a mi cuerpo y me regalabas alguna caricia. Yo me imaginaba las curvas de tu cuerpo como dunas de algún desierto; así me lo contabas tú. De eso hablaban esas historias que tú me relatabas en aquellas noches intensísimas: una princesa del desierto, caballeros, bandidos, lujo, ostentación; también humildad y amor. Alguna que otra vez nos sorprendió el amanecer estando despiertos, cuando tú anunciabas el siempre inconcluso final de tus narraciones.

Tus historias eran terriblemente adictivas porque cada final desataba nuevas incógnitas. Despuntaban con cada desenlace siempre más de una continuación posible. Enmarañabas todas las historias como tú bien sabías hacer, introduciendo nuevos personajes en mi mente para que luego no dejase de pensar en ellos. Llegué a creer que algunos eran reales; en realidad sigo sin estar seguro de si son realidad o fantasía.

Las noches frías y obscuras eran a menudo escenarios idóneos sobre los que ubicar personajes y elementos de la trama. Alguna vez tuve la impresión de que éramos nosotros mismos aquellos personajes, amándose locamente en medio de la quietud de la noche. Mi corazón guardabas en un puño cuando a éste le servías toda la intriga de tus mágicos cuentos. Pero justo cuando este sufrido órgano mío recuperaba un ritmo cardiaco sosegado, volvías a ponerlo en tensión con un beso de indescriptible ternura.

Por eso quiero que me cuentes otra maravillosa historia, Sherezade mía, para sentir fortísimas emociones seducido por tus demenciales encantos. Pero esta vez seré yo quien determine el final del relato, aunque confieso ignorar por completo cómo acabará. Quiero que nos dejemos llevar, arrastrados por la impetuosa fuerza de la pasión promovida por una dulce y caótica insensatez, y así disfrutar contigo de placeres prohibidos.

Comienza ya tu historia, Sherezade.

2 comentarios:

Aurora Rey dijo...

leyendo este breve relato de pasion por las fantasias, lo mágico, lo incógnito y las historias inverosimiles se ha abierto en mis fugaces pensamientos y anhelos, estar junto a los personajes, vivir sus aventuras y poder tener el don de convertirme en uno de ellos. Se despiertan los sentidos sin realmente mencionar lugares, personas o hechos concretos. Da pie a inventarse una leyenda entre las mil que hay ya. Una en la que te envuelva lo mágico y lo real de mundos inexplorados...
es el libro Mago de Oz un ejemplo de como la fantasía seduce y los hechos avivan las ansias de aventura. Estoy sentada frente a la pantalla, estática, pero con ansias de volar como el personaje, y de llegar lejos, de ver desde los cielos los espiritus y los ángeles de los cuentos, el ave fenix y a fuyu, de ver en la tierra los duendes y las hadas de la infancia, a gollum y a peter pan, de ver en las profundidades a las hormigas y a los demonios y a todos los seres malignos, con ansias de que en un cerrar de ojos todo se transforme en una galaxia de star wars, en un paisaje de el señor de los anillos, en un castillo de harry potter, en el mar de 20 mil leguas de viaje submarino, en un barco pirata con patas de palo y banderas y calaveras, en un cuadro de marc chagall o de dali y asi hasta el infinito de todas esas otras realidades paralelas que nosotros mismos generamos.

Jairo dijo...

Hazlo, Aurora. Vuela, imagina, sueña. Ten en consideración algo elevado por lo que luchar y lucha por ello con interminable pasión. Así se gana el cielo.