Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

jueves, 5 de febrero de 2009

Luna

Luna, no estés triste. Escondida estás entre nube y nube, y no quieres salir por temor o por vergüenza. Mi querida Luna, no llores más. Tus hijas duermen plácidas esta noche; por eso no se escucha su dulce música que hipnotiza a los poetas. No llores por su silencio, querida Luna, pues ellas descansan hoy en esta noche sin estrellas.

Tu tristeza tiñe de azul los paisajes nocturnos, regalándoles una mórbida belleza que hiela de angustia a los corazones enamorados. Éstos se encogen, exhaustos, hartos de latir bajo un cielo de esperanzas vanas. Belleza, seductora y adictiva, que capta las miradas, condena las almas y aterra a los espíritus. Todo quedará cubierto, finalmente, por una mortaja blanca de escarcha al amanecer.

Por eso te pido, Luna hermosa, que sonrías ahora. No dejes que la noche —tu noche— muera melancólica. Embrújanos a todos, como siempre haces, con tu mirada de piedra, e indúcenos en un trance nuevo. Regálanos un sueño especial, diferente, en esta noche anodina y fría. En ese sueño volaremos por verdes praderas bajo un cielo con un millón de estrellas; volaremos hasta encontrar tierras desconocidas, misteriosas y remotas. Concédenos ese deseo, Luna. Sonríe, pues, y acúname mimosa para que mis ojos se cierren y venga a mí ese sueño mágico. Hazlo así y cuando me despierte te traeré, como regalo y como agradecimiento, la más pura gema de la Tierra.

No estés triste, Luna. Eligen descansar hoy tus hijas, agobiadas por la indolencia de las gentes. Démosles un respiro; otorguémosles su merecido descanso. Queda tranquila, Luna, pues mañana volverá a ser la noche mágica como siempre quisimos que fuera. Y ahí estarás tú, en lo alto del firmamento, para presenciar la gracia de tu mística influencia.

No hay comentarios: