Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

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domingo, 8 de febrero de 2009

Caer y levantarse de nuevo

Llegué a acariciar el cielo. El recuerdo de tan dulce experiencia aún vibra en mi memoria.
De los errores se aprende. Eso dice mucha gente, y razón no les falta. A veces el camino de la vida muestra algún repentino obstáculo que no sabemos esquivar e, inevitablemente, hace que nos caigamos al suelo. Duele. Nos levantamos, dolidos, pero seguimos avanzando.

Ocurre además que, a fin de evitar posteriores caídas con similares trabas, aprendemos de lo sucedido para obrar mejor en el futuro. Y no solo eso: también nos sirven nuestros tropiezos para reafirmarnos en nuestras convicciones, combatiendo la indecisión que tantas veces nos hace vagar sin rumbo fijo y a riesgo de caer más y más veces. Caer: sea en la tentación o en el áspero suelo. Por ello es útil la determinación: el saber actuar en todas las circunstancias.

He aprendido que nunca debemos rendirnos. La rendición es solo para los cobardes. Lo que nos conducirá a la gloria será la perseverancia en la lucha honorable por aquello que de verdad nos constituye como verdaderas personas. Es la defensa de nuestros ideales más puros: en verdad son susurros del corazón. La rendición nos lleva a la renuncia de lo que más queremos y nos deja a merced de lo que nuestros rivales dispongan. Por nuestra libertad —que nos es legítima— no debemos rendirnos.

Rendirse... ¡Vaya un mensaje de mediocridad que legaríamos a nuestros descendientes y seguidores! Aprenderían estos a ser unos malditos lameculos, incapaces de cuestionar el por qué de su lluvia de calamidades. ¡Sea sangre fuerte la que corra por sus venas, y sea esa sangre la nuestra!

Tal vez hoy tropecemos. Tal vez hoy convenga batirse en retirada, pudiendo ser éste un acertado y sabio movimiento estratégico en pos de un posterior contraataque. Pero nunca nos rendiremos. Nos caemos y nos levantamos; nuestro avance no se detiene. Lucharemos hasta el final, para solventar el conflicto, para alcanzar de nuevo la luz.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Vía Nocturna

Deep in the wood, in the dark, there's a way
Follow this path and you'll meet a strange crowd
(Therion — Via Nocturna)

Somos extrañas personas, aves nocturnas; que nos congregamos en insólitos lugares, envueltos por una atmósfera de clandestinidad. Ahí elucubramos nuestras ideas disidentes; por un mundo mejor, más auténtico y humano.

Creemos en el amor.

Nuestros rituales son amor. Son deseos puros y sinceros de amar a las personas. De amarnos entre nosotros. De amar a los que nos siguen, a los que nos hacen caso. De amar, incluso, a los que nos ignoran. De amar, sobre todo, a los que nos repudian, nos detestan y nos odian. Todos ellos sustentan nuestra sociedad secreta. Alimentan nuestro fuego con su aprobación o con su repulsa. Y nosotros les damos calor a todos ellos con nuestra llama enfurecida.

Alrededor de esta hoguera de pasión danzamos alegres, risueños, felices. Nos sentimos más vivos que nunca.

Nuestros rituales son extraños, inusuales. Citamos a dioses prohibidos. Les rendimos culto con ferviente devoción. Adoramos a nuestra divinidad interior.

Nosotros somos esos dioses.