Es muy habitual preguntarse por lo que vendrá después del óbito, cuando nuestro aliento se extinga definitivamente y nuestro cuerpo yazca frío en una caja de madera. La eterna pregunta: la eternidad en cuestión.
Pero lo que cabría preguntarse con mayor urgencia y mejor detenimiento es por la viabilidad de una vida antes de la muerte. La vida como mero proceso biológico es un hecho, pero nos es desconocida la finalidad de dicho proceso. ¿Cuál es el sentido de la vida?
Pero lo que cabría preguntarse con mayor urgencia y mejor detenimiento es por la viabilidad de una vida antes de la muerte. La vida como mero proceso biológico es un hecho, pero nos es desconocida la finalidad de dicho proceso. ¿Cuál es el sentido de la vida?
Humildemente reconozco que no dispongo de respuesta alguna a tan trascendental pregunta (¿alguien la tiene?). Lo que si puedo responder es que gracias a la finitud de la vida existe en nuestro interior un perentorio deseo por vivir con intensidad; reproduzco un párrafo del libro «El viaje al amor», de Eduardo Punset:
—Es gracias a la brevedad de la vida, a su finitud, que los dos, ahora mismo, en este aeropuerto, sentimos intensamente. Si la vida fuera eterna, resultaría muy difícil concentrarse en algo. Ni siquiera notaríamos el esplendor de las puestas de sol.
En alguna temprana etapa de la evolución de nuestra especie hemos renunciado a la inmortalidad. Algunas bacterias la tienen, nosotros ya no. La hemos cambiado por la posibilidad de evolucionar, de mejorar generación tras generación, de ser diversos. Tenemos un tiempo de vida limitado y hemos de vivirlo de forma genuina, única. No estamos hechos para ser clones o réplicas. Nuestras vidas han de ser plenas y ricas en detalles y matices diferenciadores. ¡Basta de anhelar las bondades ajenas, desarrollemos las propias nuestras! Debemos ser guionistas y protagonistas de nuestra propia existencia, ofreciendo así al mundo algo original y único, para ir finalmente a intimar con la Muerte con la sensación de haber cumplido, de haber tenido una vida plena, de haber experimentado la vida antes de la muerte.
1 comentario:
Hola Jairo, tienes, toda la razón. Tenemos que vivir la vida, no nos tenemos que preguntar que hay luego, después de la muerte, ya lo veremos. Lo que creo improbable es que haya de nuevo vida, y si la hay, lo más seguro es que no sea igual, pq es imposible vivir la misma vida, igual, exactamente del mismo modo, segundo po segundo. Asi que, lo que cuenta es ahora, el presente, y como lo estoy viviendo, exprimir el tiempo, y poder tener esa sensación de "ya he cumplido aquí", cuando mire la muerte frente a frente.
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