En tu fantasía apareció un extraño personaje, surgido de la nada, y te tendió la mano. Te dio también algún abrazo y algún beso en la mejilla. ¡Parecía tan real...! Jurarías haber sentido de verdad sus caricias. Luego te llevó a lugares mágicos, obscuros pero pacíficos, solazados por una suave y fresca brisa nocturna. Brisa que alborotaba tus cabellos, suaves y lacios. Te sedujo y te condujo a un mundo diferente, de plata y seda, de dulces aromas, de sosiego interminable. Te sentías confortada, comprendida, querida, venerada. ¡Ay, Eléanor, qué bonito era aquello!
Tu imaginación durmiente visitaba luminosos parajes pertenecientes a los más recónditos lugares del mundo. Ibais volando a todos ellos, cogidos de la mano tu amigo y tú, observando gentes y costumbres, paisajes y ciudades. Te presentó tu cómplice a otros seres de su misma galaxia, los cuales te acogieron con fervoroso cariño. Te invitaban a sus banquetes celestiales, en lo alto de alguna inaccesible montaña; una suerte de Olimpo donde espacio y tiempo aflojaban su estricta definición. Todos te admiraban, siendo siempre su foco de atención. Eras la niña de sus ojos.
Pero tu onírica aventura llegó a su término. Despertarse de aquel sueño fue algo traumático. De nuevo, sufriste el choque con la realidad, pútrida y pestilente. Aquel extraño compañero desapareció, y con él, todo ese mundo de maravillas. Pero te niegas a creerlo. ¡Fue un sueño, Eléanor, sólo un sueño! A veces afirmas haber visto a alguien que se le parece, pero sólo es una impresión tuya; algo meramente subjetivo, fruto de casuales reminiscencias de la mente. No es real, no existe de verdad.
Te pareció ver también a algunos de los que compartieron manjares y ambrosías contigo en aquel rincón del paraíso que tu soñaste. Olvídalo, no eran ellos, porque tampoco existen. Seguramente tu imaginación trastornada te sugirió eso donde sólo había un grupo de personas engullendo como cerdos comida basura, hablando de sus sucios e indecorosos asuntos. Tú afán por identificarlos ha hecho incluso que éstos te correspondiesen con alguna mirada desdeñada, causante a la postre de tu extremada angustia.
Ahora estás despierta, Eléanor, y nada de aquello que soñaste existió ni existirá. No sigas buscando; deja de darle vueltas en tu cabeza, pues así sólo lograrás una mayor decepción. La realidad en la que ahora estás inmersa puede resultarte muy dura, sintiéndote incomprendida, en ocasiones ignorada, fracasada. Los paisajes que te rodean son grises y deprimentes. Las personas que ves todos los días parecen llevar un mensaje funesto escrito en su cara, de perenne tristeza, de enorme desdicha. ¡Debes ser fuerte, Eléanor!
Suena en tu cabeza una infernal melodía, monótona y repetitiva. Tiene un compás de siete por cuatro, y siempre suena la misma nota. Es la sintonía de la realidad, cansina e implacable. Nada hay, en el día a día, que rompa con la rutina. Tu sueño revelaba maravillas, Eléanor, pero eso ya pasó. Aunque, eso sí, podrás cuando quieras volverte a dormir y bucear por los insondables entresijos del subconsciente.
What if i unscrew
Your own identity
Wouldn't you guess there's nothing left of you?
The Gathering - Eléanor
1 comentario:
en ocasiones uno tiene sueños tan reales que quedan clavados en la mente, que tiempo después, cuando los recuerdas ya no sabes con certeza sin ocurrieron de verdad o fueron creación d tu imaginación.
Siempre que dudo, sé con certeza que fue un sueño, aunque tengo un par de ellos que ya no sé lo que fueron xDDDD
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