Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

viernes, 4 de agosto de 2006

Fallen Angel (II)

La libertad tiene un precio, a veces demasiado alto. Muchos optarán por no pagar tan desorbitado tributo y aceptarán su destino, afanándose en las tareas que le han sido encomendadas en la vida. Para muchos, resulta más fácil aceptar las condiciones que se le imponen, rendir pleitesía a quien corresponda y no preocuparse de nada más.

No obstante, existe una minoría de insurgentes que quieren decidir por si mismos y no estar subordinados a nada ni a nadie. Deciden abandonar el cielo y forjar su propio camino a través de los yermos de la incertidumbre.

En el cielo deben respetarse muchas normas; su perfección viene dada precisamente por esa falta de holgura, esa poca variedad de opciones. Por otra parte, cada alma es un mundo lleno de recovecos con complejidad fractal que representan todas y cada una de sus peculiaridades, de sus gustos y preferencias.

Como personas, somos todos diferentes. La idea de que somos todos iguales es una falacia creada del abuso de los derechos humanos. Está bien que todos tengamos oportunidades en la vida y que nadie trate a nadie de forma degradante. Pero no estamos hablando de derechos fundamentales como el derecho a la vida (mismamente), estamos llegando un poco más lejos: la realización personal.

No se pueden si quiera comparar las ambiciones de unas personas con otras. Mientras algunos desean llegar alto en la vida y tener un papel relevante en el ejercicio de la convivencia con sus semejantes, otros sin embargo se conforman con llevar una vida digna en el anonimato. Hay gente que prefiere llevar una vida llena de dinamismo, en la cual cambie constantemente de lugar de residencia, de trabajo e incluso de hábitos. Otros, sin embargo, renuncian a eso porque no les resulta atractivo y porque prefieren una vida más estable, tanto a nivel profesional como emocionalmente. Mientras unos desean unas cosas, otros desean justo las contrarias; y la casuística de situaciones diferentes es de explosión combinatoria.

Sería fácil imaginar una sociedad totalmente anárquica, donde todos sus integrantes no muestren dependencia alguna de otros indivíduos. No obstante, no es esa la solución definitiva. Si algo nos ha hecho sobrevivir a las duras pruebas que la Naturaleza reserva a todas las especies animales a lo largo de su evolución es el saber convivir en sociedad. El ser humano ha sabido, a lo largo de su historia, cooperar codo con codo para alcanzar logros imposibles para un sólo indivíduo. Es necesario, por tanto, crear sociedades y regular éstas mediante normas. Cuestión de supervivencia.

Pero la elección de las normas para una sociedad no es tarea trivial. A lo largo de la historia hemos vivido tristemente como diversos regímenes políticos se venían abajo. Las dictaduras se veían obligadas a recurrir a la fuerza para mantenerse vivas. Incluso la democracia se cae por su propio peso tratando de "imponer" una única solución ---supuestamente la mejor--- para todos. Una sociedad de indivíduos libres, ¿es posible?.

I arrived to breed the sunshine by the night.
I found a way to leave the nightmare so I can receive the light.
Yes, I arrived; follow if you like.
You know that freedom has a price, my friend,
pay or not now.

(The Count - Lost)

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