Personas sin identidad, iguales todas; de espíritus vacíos e ilusiones muertas. No hacen más que vagar de un lado para otro, caminando en círculos y ensuciando todo lo que a su paso dejan atrás. Como babosas trazan lentamente un pegajoso rastro de inmundicia capaz de pudrir la vida y la esperanza de la tierra que pisan.
Huyen de sus orígenes, creyendo que allá donde van encontrarán la tierra prometida. ¡Mentira! Viven engañados, seducidos por el reluciente becerro de oro que alguien puso delante de sus vidriosas miradas.
Reniegan de su familia, de su aldea natal, de sus amigos y de sus amantes. Reniegan de todo aquello que alguien les dijo que debían rechazar por considerarlo burdo y vulgar, bruto, bárbaro. ¡Idiotas! Fe ciega hacia un demonio vestido de seda: ese es vuestro maldito pecado, vuestra maldita enfermedad.
¿Acaso no os han otorgado la vida aquellos a quienes ahora les dais la espalda? ¿No son ellos vuestros creadores, vuestros mentores, vuestros protectores, vuestros ángeles guardianes? Sin embargo de ellos escapáis y avanzáis inmutables, atontados, hacia una fachada de cartón piedra que pronto arderá. Y vosotros arderéis con ella.
Pero no hay porque compadecerse de estos zombies sin aliento, sin voz propia. Ellos avanzan contentos hacia su propia tortura, alentados por el autoengaño. Prosperidad, dijeron unos; futuro, otros anunciaron. Y escupieron en la mano de quien les entregó su amor, tachándolo de insensato e irresponsable. Así quemasteis en la hoguera a todos los románticos, acusándolos de una falta total de pragmatismo; así condenasteis a todos los bohemios, imputándoles cargos de terrorismo por cada verso, por cada poema, por cada canción. Vuestra caza de brujas justificasteis con la escala de valores que os han impuesto. Alienación.
Yo no me compadezco de vosotros. Tampoco os voy a odiar. Al contrario, celebro vuestra existencia; ridícula, por cierto. Doy gracias por vuestro convencimiento, por vuestra entrega a la causa ajena: ¡mi causa! Yo os manejo, yo os ordeno, yo os engaño; os hago reír, os hago llorar.
Y pasaréis delante mía con flamantes coches, vestiréis ropas de marca a la moda y veranearéis en lujosas propiedades en la costa. Me veréis con desprecio, por encima del hombro, sin sospechar que es a mí, en realidad, a quien correspondería ese absurdo capricho. Os compararéis entre vosotros para ver quién tiene más posesiones, quién es más rico. ¡Oh! ¡Vaya un pasatiempo estúpido! ¡Si ni siquiera tenéis identidad!
Y aquel a quien escupisteis en la mano cuando os la tendió para abrazaros, aquel a quien insultasteis, aquel a quien considerasteis inferior: ese será vuestro príncipe. Él tiene nombre propio, y una historia que contar. No ha sucumbido a los encantos de vuestro mundo de plástico. No ha dejado que vuestras normas amilanasen su espíritu. Camina firme, marcial, sabio y decidido a hacer lo que quiere hacer. Sabe qué es lo correcto; por eso reinará, siendo vosotros sus lacayos.
Y cada persona que le mire a los ojos sonriendo, demostrando con su mirada su pureza de espíritu, reinará con él. Compartirán su gobierno todos aquellos que han sabido elegir por ellos mismos qué hacer ante la adversidad.
Huyen de sus orígenes, creyendo que allá donde van encontrarán la tierra prometida. ¡Mentira! Viven engañados, seducidos por el reluciente becerro de oro que alguien puso delante de sus vidriosas miradas.
Reniegan de su familia, de su aldea natal, de sus amigos y de sus amantes. Reniegan de todo aquello que alguien les dijo que debían rechazar por considerarlo burdo y vulgar, bruto, bárbaro. ¡Idiotas! Fe ciega hacia un demonio vestido de seda: ese es vuestro maldito pecado, vuestra maldita enfermedad.
¿Acaso no os han otorgado la vida aquellos a quienes ahora les dais la espalda? ¿No son ellos vuestros creadores, vuestros mentores, vuestros protectores, vuestros ángeles guardianes? Sin embargo de ellos escapáis y avanzáis inmutables, atontados, hacia una fachada de cartón piedra que pronto arderá. Y vosotros arderéis con ella.
Pero no hay porque compadecerse de estos zombies sin aliento, sin voz propia. Ellos avanzan contentos hacia su propia tortura, alentados por el autoengaño. Prosperidad, dijeron unos; futuro, otros anunciaron. Y escupieron en la mano de quien les entregó su amor, tachándolo de insensato e irresponsable. Así quemasteis en la hoguera a todos los románticos, acusándolos de una falta total de pragmatismo; así condenasteis a todos los bohemios, imputándoles cargos de terrorismo por cada verso, por cada poema, por cada canción. Vuestra caza de brujas justificasteis con la escala de valores que os han impuesto. Alienación.
Yo no me compadezco de vosotros. Tampoco os voy a odiar. Al contrario, celebro vuestra existencia; ridícula, por cierto. Doy gracias por vuestro convencimiento, por vuestra entrega a la causa ajena: ¡mi causa! Yo os manejo, yo os ordeno, yo os engaño; os hago reír, os hago llorar.
Y pasaréis delante mía con flamantes coches, vestiréis ropas de marca a la moda y veranearéis en lujosas propiedades en la costa. Me veréis con desprecio, por encima del hombro, sin sospechar que es a mí, en realidad, a quien correspondería ese absurdo capricho. Os compararéis entre vosotros para ver quién tiene más posesiones, quién es más rico. ¡Oh! ¡Vaya un pasatiempo estúpido! ¡Si ni siquiera tenéis identidad!
Y aquel a quien escupisteis en la mano cuando os la tendió para abrazaros, aquel a quien insultasteis, aquel a quien considerasteis inferior: ese será vuestro príncipe. Él tiene nombre propio, y una historia que contar. No ha sucumbido a los encantos de vuestro mundo de plástico. No ha dejado que vuestras normas amilanasen su espíritu. Camina firme, marcial, sabio y decidido a hacer lo que quiere hacer. Sabe qué es lo correcto; por eso reinará, siendo vosotros sus lacayos.
Y cada persona que le mire a los ojos sonriendo, demostrando con su mirada su pureza de espíritu, reinará con él. Compartirán su gobierno todos aquellos que han sabido elegir por ellos mismos qué hacer ante la adversidad.
2 comentarios:
Yo no vestiré ropa de marca, bueno, tenis igual sí xDDD
Ya ves, que hay gente que no piensa por sí mismo, pero también hay bastante gente segura de sus ideales.
Saudos !
No hay nada de malo en vestir ropa de marca (salvo el precio, claro :S). Lo importante es que la vistas porque tú quieres y no porque la mayoría diga que es «cool».
Tal vez hayas decidido comprar tus zapatillas de marca porque eran las que mejor te sentaban, las que no te lastimaban los pies, las que mejor se adaptan a tus necesidades o las que te parecieron más bonitas. Eso está bien.
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