Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Algo más que agua con azúcar

Agua carbonatada, azúcar y aromas. En esencia, esa es la fórmula de una de las bebidas refrescantes más populares del mundo. ¿Cómo es posible que algo tan sencillo tenga tanto éxito, año tras año, en cualquier lugar del mundo? La composición del producto se mantiene prístina, inalterada desde sus orígenes. Puede cambiar ligeramente el proceso de fabricación, transporte o servicio. Puede variar el formato, la presentación. Puede existir una variante sin azúcar, otra sin cafeína, etc. Pero el producto es, en esencia, el mismo. Te puede gustar o no, pero lo conoces. Te puede apetecer más o menos, pero su nombre, su marca comercial reverbera en tu mente. Da igual al sitio al que vayas: la tienen y la venden.

La clave del éxito no está tanto en el producto, sino en el «mensaje». Tal vez el producto fue lo importante en sus orígenes. Ahora ya no. De nada serviría intentar vender siempre lo mismo, algo que no ha mejorado; de ser así, la competencia lo habría borrado del mapa con miles de nuevos productos, diferentes y únicos.

Desde el punto de vista del marketing, lo que interesa es conocer las necesidades del ser humano y satisfacerlas. Todo comienza así: se identifica una carencia en la vida de las personas, luego se busca una solución y se ofrece (se vende) un producto que (supuestamente) mitigue esa sensación de falta, de insatisfacción.

La gente ansía ser feliz. Lo anhela con todo su corazón, pero no sabe encontrar esa felicidad. ¡Oh, si alguien nos dijera cómo ser felices! He ahí la necesidad buscada. Ahora hay que buscar un producto que lleve esa felicidad deseada a la gente.

¿Puede un refresco de cola hacer feliz a la gente? Desde luego que no... o sí... tal vez. La felicidad no es una meta tan inalcanzable como muchas veces se estima, pero esa es otra cuestión que aquí no viene al caso. Lo que aquí importa es el planteamiento, falaz pero efectivo, de que «algo» puede traernos felicidad.

No importa el producto en sí. El producto está bien, ¿para qué cambiarlo? La publicidad, el mensaje: eso es lo importante. Importa crear una imagen. Importa crear un concepto, una asociación entre lo deseado y lo ofrecido. ¿De qué hablan sus anuncios? ¿Qué mensaje ofrecen? ¿Refrescante sabor a cola o felicidad, alegría y vivir la vida?

Han dado en el clavo. Y, de todas formas, si ser felices depende sobre todo de nosotros mismos, mejor hacerlo con dulzura. ¿Agua con azúcar? Sin duda, algo más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vale.. ahroa tengo ganas de ir a la nevera a beber un poquito de felicidad