Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

lunes, 15 de octubre de 2007

Locura

Habiendo bebido la sangre de algún dios maldito experimento en estos días últimos de sufrimiento el proceso de transformación voraz que perturba mis entrañas. Siento la presión en mis venas, a punto éstas de estallar; siento los latidos, unos mil por minuto.

El cielo azul tornose esta mañana del color de la sangre; y el sol perdió su brillo por un momento, eclipsado, encerrado en una esfera negra y opaca de la que pretendía salir forcejeando con sus rayos prisioneros. Yo, mientras tanto, permanecía petrificado ante aquella mirada negra que atravesaba mi alma. Penetrante y fugaz, aquel cuchillo invisible que salía de sus ojos diseccionaba todo mi ser. Oh, Kali obscura.

Vino después la tarde, o la noche, ¿quién sabe? Todo a mi alrededor ardía con los cobrizos rayos de un sol crecido y furioso; devastador. Trágico paisaje. Desoladora visión. La gente se agolpaba a mi alrededor, corriendo sin cesar, gritando. Yo apenas sentía el calor del fuego que abrasaba mi piel; sólo sentía la corrosiva ausencia de aquello que da sentido a mi vida: mi dulce droga, mi suave bálsamo. Necesité un trago.

Habiendo bebido la sangre de algún dios maldito comprendo en estos últimos días de terrible soledad el elevado precio de la búsqueda de la verdad. Demasiado tarde para volver atrás. Ya sé demasiadas cosas como para cancelarlo todo y hacer como que me he olvidado de todo. No puedo fingir, no sé fingir.

Desde mi butaca puedo ver como el ilusionista introduce el conejo en la chistera, mientras cuenta chistes y charla con el público. ¡Chistoso charlatán! Se acabó para mí la magia en este patético espectáculo, aunque lo cierto es que se trata de un truco imposible: el conejo nunca existió. Por suerte, puedo calmar mi pertinaz preocupación al mismo tiempo que la sequedad de mi garganta. Oh, maldita adicción.

Habiendo bebido la sangre de algún dios maldito resuelvo, hoy, poner fin a esta pesadilla. Siento ya como todo en mi interior se apacigua. El proceso de transformación se detiene, se aletarga, se pospone indefinidamente. Me entra el sueño. Cierro los ojos. Descanso.