Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

lunes, 31 de diciembre de 2007

Salsa agridulce

Ha llegado el momento de despedir el año en curso. Este año, que para mí ha sido más de sombras que de luces, se termina hoy con el frenesí desmesurado de la gente que se lanza a las calles para celebrarlo. Demasiado glamour, demasiada pantomima, demasiado gasto innecesario y demasiadas complicaciones. Cierto, pero todo sea por despedir un año que, para mí, ha comenzado con dolor y que ahora pretendo terminar con júbilo. De modo que me uno a la celebración para festejarlo, eso sí, a mi manera. Me apetece bailar salsa.

Por cada lágrima derramada en vano este año bailaré una canción. Por haber luchado por un imposible, por un sinsentido; por todo ese sufrimiento hoy brindaré, sabiendo que ha quedado patente que mis propósitos fueron siempre nobles. Por combatir cuando había que hacerlo y por la retirada también oportuna, hoy, celebraré la llegada del nuevo año con alegría y con el honor a salvo.

Nos vemos en las pistas de baile; bailando salsa.

Se que tú no quieres que yo a ti te quiera
Siempre tú me esquivas de alguna manera
Si te busco por aquí me sales por allá
Lo único que yo quiero no me hagas sufrir más

Oye, oye bien
Por tu mal comportamiento te vas a arrepentir
y en vano tendrás que pagar todo mi sufrimiento
Llorarás y llorarás sin nadie que te consuele
Así te darás de cuenta que si te engañan duele

Oye mira!
Y después vendrás a mí pidiéndome perdón
pero ya mi corazón no se acuerda más de ti
Llorarás y llorarás sin nadie que te consuele
Así te darás de cuenta que si te engañan duele

Te lo juro que si!
Bandolera..

Llorarás, llorarás, llorarás (llorarás)
como lo sufrí yo (llorarás)
oye tu llorarás (llorarás)
nadie te comprenderá (llorarás)
todo lo malo que hiciste (llorarás)
oye mira lo pagarás (llorarás)
llorarás llorarás (llorarás)
llorarás llorarás (llorarás)
tu me hiciste sufrir (llorarás)
ahora el que ríe soy yo (llorarás)
que no que no que sí que sí (llorarás)
ahora yo voy a vivir (llorarás)
mi vida como yo quiera (llorarás)
echa pa'lante que me voy (llorarás)

(Oscar de León - Llorarás)

lunes, 24 de diciembre de 2007

¿Hay vida antes de la muerte?

Es muy habitual preguntarse por lo que vendrá después del óbito, cuando nuestro aliento se extinga definitivamente y nuestro cuerpo yazca frío en una caja de madera. La eterna pregunta: la eternidad en cuestión.

Pero lo que cabría preguntarse con mayor urgencia y mejor detenimiento es por la viabilidad de una vida antes de la muerte. La vida como mero proceso biológico es un hecho, pero nos es desconocida la finalidad de dicho proceso. ¿Cuál es el sentido de la vida?

Humildemente reconozco que no dispongo de respuesta alguna a tan trascendental pregunta (¿alguien la tiene?). Lo que si puedo responder es que gracias a la finitud de la vida existe en nuestro interior un perentorio deseo por vivir con intensidad; reproduzco un párrafo del libro «El viaje al amor», de Eduardo Punset:
—Es gracias a la brevedad de la vida, a su finitud, que los dos, ahora mismo, en este aeropuerto, sentimos intensamente. Si la vida fuera eterna, resultaría muy difícil concentrarse en algo. Ni siquiera notaríamos el esplendor de las puestas de sol.
En alguna temprana etapa de la evolución de nuestra especie hemos renunciado a la inmortalidad. Algunas bacterias la tienen, nosotros ya no. La hemos cambiado por la posibilidad de evolucionar, de mejorar generación tras generación, de ser diversos. Tenemos un tiempo de vida limitado y hemos de vivirlo de forma genuina, única. No estamos hechos para ser clones o réplicas. Nuestras vidas han de ser plenas y ricas en detalles y matices diferenciadores. ¡Basta de anhelar las bondades ajenas, desarrollemos las propias nuestras! Debemos ser guionistas y protagonistas de nuestra propia existencia, ofreciendo así al mundo algo original y único, para ir finalmente a intimar con la Muerte con la sensación de haber cumplido, de haber tenido una vida plena, de haber experimentado la vida antes de la muerte.

martes, 18 de diciembre de 2007

Vicarious

vi·car·i·ous
–adjective
  1. performed, exercised, received, or suffered in place of another: vicarious punishment.
  2. taking the place of another person or thing; acting or serving as a substitute.
  3. felt or enjoyed through imagined participation in the experience of others: a vicarious thrill.
  4. Physiology. noting or pertaining to a situation in which one organ performs part of the functions normally performed by another.
(Dictionary.com Unabridged v 1.1)

La canción que abre el álbum «10,000 days» de Tool se titula «Vicarious», y habla sobre lo confortable y gratificante que resulta observar el sufrimiento ajeno, desde una distancia prudencial, amparados por el cristal del televisor. La programación televisiva que más audiencia está teniendo actualmente debe su éxito a la polémica, a la disputa entre personas, a los daños emocionales y sentimentales de sus participantes. Cada vez hay más reality shows. Los telediarios se sirven cada vez en un formato más sensacionalista, tratando de alarmar lo más que se pueda, mostrando lo más macabro y obsceno de la sociedad. ¡Es lo que la gente quiere ver!

Sentimos un extraño deseo: una necesidad urgente de alimentar el morbo con tragedias, pero, eso sí, lejos de alcanzarnos la desgracia para no mancharnos de sangre ajena. Nos encanta observar cómo acontecen esas desgracias a las personas que nos rodean, sin mover un dedo para ir a ayudarles. ¡Menudo problema!

Este funesto interés crece como un tumor dentro de un estilo de vida demasiado perfecto, que inhibe todas las posibles emociones en pos de la prosperidad individual. Pero esa no es nuestra naturaleza; la vida es sufrimiento y júbilo, a partes iguales, y esto es imprescindible e insustituible. Si de alguna manera se restringen las emociones —buenas y/o malas— se producirá de forma totalmente natural algún ajuste para restablecer el equilibrio que es menester que exista. La vida clama por la vida, por las relaciones interpersonales, por la comunicación entre semejantes y por todas las penas y glorias que esto conlleva. En una sociedad de sentimientos plastificados, hipocresía y egoísmo, donde el miedo ejerce soberano el control de las mentes y donde los principios se venden al mejor postor, el sufrimiento ajeno resulta hasta gratificante. ¿Es esto lo que queremos?

I need to watch things die
From a good safe distance
Vicariously, I
Live while the whole world dies
You all feel the same so
Why can't we just admit it?


Tool - Vicarious

lunes, 10 de diciembre de 2007

¿Y por qué no?

(Esta entrada está dedicada a una persona excepcional: creativa y asombrosamente fiel a sus principios. Desde mucho tiempo atrás ella ha querido y ha demostrado ser lo que realmente quería ser, sabiendo desarrollar sus actividades personales y profesionales sin dejar de ser ella misma. Por razones como estas mi admiración hacia ella es superlativa. Enhorabuena, NCP.)

Nuestras vidas son moldeadas hasta la alienación. No podemos escoger la forma de desarrollar nuestra existencia; se nos impone desde muy pequeños un modelo educativo totalmente rígido que lo único que hace realmente bien es amaestrarnos para lo que después venga. Luego de un extenso periodo formativo, sumamente prolijo y redundante, se nos encasilla en un entorno laboral y en una dinámica de trabajo que bloquea nuestras verdaderas capacidades.

Somos borregos. La sociedad actual es un rebaño. Todo lo que se nos ha inculcado mediante la educación recibida en las primeras etapas de la vida equivale a los bastonazos y gritos del pastor para llevar al rebaño siempre unido. Colectivamente el rebaño funciona bien, cumpliendo las funciones de productividad esperadas. Individualmente no hay posibilidades de éxito; la res descarriada está definitivamente perdida, condenada a una muerte segura a modo de alimento de algún depredador. No se han desarrollado habilidades para la supervivencia.

Permanecer en el rebaño, haciendo lo que éste hace, es una opción muy sensata. Es lo más seguro, al menos mientras dicho rebaño no se precipite por un barranco. Pero, ¿y si tomamos nosotros la iniciativa de tirarnos por el barranco, antes que nadie, antes que el resto del rebaño? Bien, es evidente que si hacemos eso la caída será mortal. Es una locura.

¡Hagamos locuras, entonces! Hagamos como "El Loco" del Tarot, que siempre es dibujado lanzándose al vacío. ¿A qué esperamos para dar rienda suelta a nuestra creatividad, a ser auténticos, a hacer las cosas con entusiasmo y siendo conscientes de la verdadera razón de ser de todo lo que hacemos? ¡Elevemos nuestra actividad a la categoría de arte!

Hay que actuar con determinación, con fe en nuestra verdadera causa. Es preciso aprender también la forma de resguardarnos de las caídas, o más bien aprender a caer bien, para no hacernos daño. Hemos de vencer ese miedo que a mordiscos nos frena cada vez que intentamos enfrentarnos a lo desconocido y sustituirlo por la consciencia plena del mundo. Hay que desatrofiar todos los sentidos. Proyectemos nuestra esencia en el mundo; seamos genuinos, auténticos, originales. Seamos un poco locos, y cuando nos pregunten por qué hacemos lo que hacemos responderemos: ¿y por qué no?.