Pensamientos de un Aventurero Cósmico.

miércoles, 28 de febrero de 2007

Alas de papel (II)


Like a thief in the night
The wind blows so light
It wars with my tears
They won't dry for many years

(My Dying Bride - For my Fallen Angel)


Era una noche obscura, sin luna y sin estrellas. En un paraje deshabitado, baldío, inerte, allí estabas tú, en el suelo, de rodillas, con heridas. Te habías caído, y de tus ojos se desprendían dos ríos de lágrimas. Estabas triste y callada, llorando en silencio, sin que nadie pudiese oirte. Pero yo pasaba por allí y te escuché, pequeña mía.

En aquella noche obscura nada se podía ver. La penumbra disolvía todo aquello que se alejase de la vista más de unos pocos metros. Ni una sola luz, ni un sonido tampoco. Pero ese silencio sepulcral se había roto con tu llanto, dulcemente interrumpido por tus tímidos gemidos. Me guié por ellos para encontrar tu rostro, y cuando ya estaba muy cerca de ti apareció éste, iluminado por una luz misteriosa, pálida y fatua, que esbozaba con temor tus facciones entre la espesa sombra. Tus lágrimas brillaban, no obstante, en aquella obscura noche. Daban destellos mientras corrían por tus mejillas, apresuradas por encontrar tus labios, tu barbilla y luego precipitarse al suelo. Entraban en tu boca para mezclarse con tus gemidos: sabor agridulce de tu dolor.

Pronto reparé en tus quebradas alas y supuse que te habías caído intentando volar. Te tendí mi mano, tú la cogiste y comenzamos a caminar juntos por aquel lugar maldito en aquella noche de sosegada inquietud. El paisaje, típico del invierno, era poco acogedor. No obstante, su calma nos resultaba reconfortante, íntima, incluso protectora.

Comprendí allí, en aquel inhóspito lugar, en aquella tenebrosa noche, que la auténtica belleza emanaba de la más humilde condición del ser. Y cuanto más mórbida fuese la expresión de nuestros rostros, cuanto más en peligro estuviese nuestra integridad, allí, flanqueados por árboles de ramas desnudas en un camino olvidado por las gentes, mejor podíamos apreciar la hermosura de la vida. Más cuanto más débil ésta. Fue así como te encontré, pequeña, y lejos de tratarse de una cuestión de compasión, fue la humildad la que dejo nuestros sentimientos al desnudo. Surgió de ahí la fuerza que nos levantó del suelo y nos unió para caminar por aquel paraje deshabitado, en aquella noche obscura y sin estrellas.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Alas de papel (I)

Tuve una vez una extraña visión. Era como un baile de disfraces, en un lujoso salón con magníficos tapices en sus altísimas paredes, iluminado con copiosidad por decenas de lámparas, de las cuales una de ellas, en el centro de la estancia, destacaba con majestuosidad debido a su gran tamaño. El suelo brillaba impoluto allá donde se formaba un hueco entre los asistentes a ese gran festín, hasta que ese pequeño reducto de baldosas blancas y negras era rápidamente cubierto por los giros de los danzantes. Éstos construían bellas formas geométricas con un sincronismo perfecto, asiendo en todo momento una máscara de porcelana que tapaba sus facciones.

Yo me hallaba en el medio de toda esa gente, inmóvil, casi conteniendo la respiración. De repente, el círculo de personas que a mi alrededor danzaba comenzó a estrecharse, aproximándose a mí toda esa gente envuelta en disfraz. La simetría existente se rompió de pronto y la coreografía se volvió por un instante anárquica, y todas las miradas que se hallaban atrincheradas en sus respectivas máscaras buscaron la mía, que se hallaba desnuda entre todas aquellas que me transmitían un sentimiento inquisitivo, rapaz, desdeñado. Finalmente aquel encierro se disolvió, volviendo a estructurarse el baile original.

La música murió lentamente y los bailarines corrieron hacia las salidas de aquel lujoso salón, quedándome yo solo en medio de aquel impoluto y brillante pavimento. Las puertas se cerraron y el silenció dominó la estancia. No sabiendo muy bien que hacer, me dirigí a la puerta principal y cuando la abrí nada había afuera; solamente el vacío. Aquel extraño carnaval había terminado.

lunes, 19 de febrero de 2007

Encanto

La ciudad es gris, aséptica, deshumanizante. Todo esta calculado al milímetro para desempeñar una función, siendo cualquier cosa que se aleje del sentido práctico totalmente accesoria. Sus habitantes se encajonan en sus reticuladas viviendas en bloque como abejas en panal. Estrictos horarios programan la irrompible rutina de la gente, sin dejar lugar al mínimo atisbo de discrepancia. La colonia de hormigas debe ser eficiente.

Entonces surge el artista. Ese rebelde sin causa, por naturaleza. Ese terrorista de la razón. Ese delincuente del pensamiento. De entre un millón de toneladas de basura rescata un DVD con una película de Tim Burton y, acto seguido, se descalza y cuelga sus roídos zapatos de unos cables, en medio de la calle, entre todo el tránsito anodino de la gente; violando los horarios, cruzando a nado un río de costumbres, alzando la voz, dejando constancia de su parecer.

Y la gente observa sus zapatos, colgados de un cable en medio de la calle. Por un momento se olvidan de su rutina, del sinsentido en que se ha transformado su vida y en ese instante nace en su interior un sentimiento alegre que conseguirá hacerles esbozar una sonrisa.

A todos los que se esfuerzan por hacer que los lugares donde vivimos sean un poco más mágicos: ¡GRACIAS!

miércoles, 14 de febrero de 2007

San Valentín

La forma en que se celebra el San Valentín actualmente es alarmante. Basta con ver los anuncios en la prensa o en TV para darse cuenta del gran paripé que se ha montado en torno a esta festividad para fomentar el consumismo compulsivo. Es realmente bello tener un detalle con la persona a la que se ama en un día tan especial, pero hay que conocer también qué es lo que se conmemora. Antes de desenfundar las tarjetas de crédito y acudir a los centros comerciales en busca de esos detallitos tan manidos que es acostumbrado regalar, bueno sería conocer los orígenes de esta celebración y algunas cosas más.

El 14 de febrero ha sido dedicado desde tiempos inmemoriales a San Valentín, en honor a unos mártires de la antigua Roma, allá por el siglo III. En realidad, poco conocimiento se tiene de la verdadera persona que originó el mito, siendo una leyenda medieval la que le otorgó a este personaje la fama que a día de hoy le es reconocida. Dicha leyenda habla de un sacerdote que fue ejecutado un 14 de febrero por no querer renunciar al cristianismo y por haber casado a parejas en secreto tras haber sido prohibido el matrimonio por el emperador Claudio II. La festividad perduró en el santoral hasta mediados del siglo XX, cuando la Iglesia decidió eliminarla del calendario debido a su existencia no probada, de naturaleza legendaria. [más información]

Con el tiempo, esta leyenda dio lugar a la tradición de San Valentín, que se ha mantenido hasta nuestros días pero que ha devenido en un ritual de consumismo desmedido e injustificado. Hoy en día se persigue regalar algo forzadamente; hacer demostraciones de amor sin verdadero sentimiento, sin que nazcan en la voluntad de los amantes. Por tanto, antes de ir a comprar esa joya tan bonita, ese ramo de rosas rojas o lo que cada uno considere oportuno, bueno sería reparar previamente en el verdadero motivo por el que han de hacerse esas compras. Que sea lo más importante en esta fiesta de exaltación del amor el mensaje que queremos transmitirle a la pareja, y una vez el mensaje esté bien definido, podremos ornamentarlo con tantos detalles como queramos, para ensalzarlo y honrar a la pareja como bien se lo merece. Y así ese día y los demás días del año.

domingo, 11 de febrero de 2007

La vereda (que es la vida)

Durante gran parte de mi vida he buscado una adecuada interpretación de la siguiente canción, que se llama "fábula de los tres hermanos", compuesta por Silvio Rodríguez. Esta canción habla de ciertas actitudes para vivir la vida, y pensando en sus versos yo me he planteado en varias ocasiones cuál es la forma mejor de obrar para alcanzar la dicha. Por su belleza y su mensaje trascendental quisiera compartirla con el lector, invitando a éste a que la escuche y a que reflexione acerca del significado de su letra:

De tres hermanos el más grande se fue
Por la vereda a descubrir y a fundar,
Y para nunca equivocarse o errar
Iba despierto y bien atento
A cuando iba a pisar...
De tanto en esta posición caminar
Ya nunca el cuello se le enderezó,
Y anduvo esclavo ya de la precaución,
Y se hizo viejo queriendo ir lejos
Con su corta visión.

Ojo que no mira más alla no ayuda al pie!
Óyeme ésto y dime, dime lo que piensas tú

De tres hermanos el del medio se fue
Por la vereda a descubrir y a fundar,
Y para nunca equivocarse o errar
Iba despierto y bien atento
Al horizonte igual...
Pero este chico listo no podía ver
La piedra, el hoyo que vencia a su pie,
Y revolcado siempre se la pasó
Y se hizo viejo queriendo ir lejos
A donde no llegó.

Ojo que no mira más aca tampoco fue!
Óyeme ésto y dime, dime lo que piensas tú

De tres hermanos el pequeño partió
Por la vereda a descubrir y a fundar,
Y para nunca equivocarse o errar
Una pupila llevaba arriba
Y la otra en el andar...
Y caminó vereda adentro, el que más
Ojo en camino y ojo en lo porvenir,
Y cuando vino el tiempo de resumir...
Ya su mirada estaba extraviada
Entre el estar y el ir.

Ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve!
Óyeme ésto y dime, dime lo que piensas tú...

(Silvio Rodriguez - Fábula de los tres hermanos)

miércoles, 7 de febrero de 2007

Maldad

En estos días previos al inminente colapso de la humanidad observo atónito cómo la maldad de las personas le gana terreno al amor verdadero. Del suelo me levanto, dolido, y observo a los demás ángeles heridos en esta cruel batalla. Percibo el olor de su sangre derramada, la sangre de los justos. Recojo del suelo como puedo el poco honor que me queda y empiezo a correr en dirección ninguna parte.

Solía confiar en las personas; sé que nuestra naturaleza es ser bondadosos. Pero surge la avaricia, la sed de poder o simplemente la envidia: el ego se hace notar. Se forma ese deseo de avasallar, de imponerse a los demás. Las personas ya no son buenas, prefiriendo la hostilidad a la cooperación.

Ese fiero tornado que es el deseo de poder pronto se torna en catástrofe. Hermanos que pelean, amigos que traicionan, amantes que abandonan. Sin reparo se causa el daño, se ofende, se humilla, se destruye, se aniquila. Todo por un poco más de esa sensación de poder, todo por satisfacer ese deseo impuro que es estar por encima de los demás.

Todo vale: por la espalda, sigilosamente, cuando todos duermen. Se planea y se ejecuta, sin considerar daños colaterales, sin darle importancia a nada que no sea el beneficio personal, sin pararse a pensar en las víctimas. Sin respeto, sin honor. Tan solo hay que esperar al momento adecuado.

Pero ese oportunista corso no puede nunca vencer. Ese sabotaje, esa fechoría no quedará impune. Su beneficio no perdura; se desvanece, se marchita, porque su autor sirve a la mentira y a la traición. Se sumirá en la desgracia su artífice tratando de sostener lo insostenible, condenado a una infinita preocupación que terminará por arrastrarle a la peor de las ruinas.


Le debo una canción a lo oportuno,
A lo oportuno, mutilador de cuanta ala.
Le debo una canción de tono oscuro
que lo encadene a vagar su eterna madrugada.


Silvio Rodríguez - Testamento